No se logró paz ni reconciliación, se desconoció mayoría democrática, no hay sentencias ni reparación a victimas, no se revelaron rutas del narcotráfico ni se entregaron bienes. Nada hacemos tramitando un conflicto por la vía de la desestabilización.
Se cumplen 4 años de la suscripción del Acuerdo Final del Gobierno Santos con las Farc. Se trata de un documento de 310 páginas que establece más de 1.000 compromisos, la mayoría a cargo del Estado, tales como, asesorías y acompañamiento; creación de entidades; creación de jurisdicciones; creación de mecanismos; creación o revisión de normas; financiamiento; garantías; planes y programas; y, sistemas. Se estima que las inversiones de los tres gobiernos subsiguientes ascenderían a $190 billones. Un gran esfuerzo para una sociedad que atraviesa ahora la crisis del COVID-19.
Más allá del seguimiento a cada uno de los compromisos del acuerdo que hacen el Instituto Kroc y la Consejería Presidencial respectiva, en mi opinión existen 6 grandes fallas:
1.- No se logró la paz. Lo que realmente se alcanzó fue la dejación de las armas y la concesión de amnistías e indultos para los combatientes. En el acuerdo se precisa que el conflicto continúa y que se tramitará por las vías democráticas, promoviendo protestas, en la práctica tolerando disturbios y patrocinando desórdenes. De otro lado, la guerra sucia sigue, grupos disientes, asesinato de líderes sociales, y contubernio con el narcotráfico.
2.- No se respetó la voluntad democrática. Se dijo que el acuerdo se sometería a la refrendación popular mediante plebiscito, cuyo resultado fue mayoritariamente negativo; sin embargo, se desconoció la voluntad democrática y en oscuro capítulo de nuestra historia se refrendo una noche mediante proposición en el Congreso, con el beneplácito de la Corte Constitucional.
3.- No hubo reconciliación. El conflicto sigue, la lógica y la semántica de la guerra se traslada a los escenarios políticos, sociales y económicos. La sociedad está dividida y políticamente polarizada.
4.- No se ha proferido una sola sentencia condenatoria, por parte de la Jurisdicción Especial de Paz, a los infractores de delitos de lesa humanidad. Se creo una justicia de transición para los delitos que no pudieran ser objeto de amnistía como de indulto, con penas alternativas y menos gravosas, a cambio de verdad, reparación a las victimas y no repetición.
La Justicia Especial de Paz no ha proferido una sola sentencia condenatoria. Por el contrario, en relación con la solicitud de extradición de Jesús Santrich lo dejó en libertad y escapó. Ahora bien, en aras de la verdad, se confesó el magnicidio de Álvaro Gómez Hurtado, con el resultado de que sus victimarios están en el Congreso de la República, sin responder judicialmente por sus actos. En fin, no ha habido reparación alguna a las víctimas por parte de las Farc.
5.- No se revelaron las rutas del narcotráfico. La erradicación manual, la suspensión de la fumigación con glifosato y los incentivos a cultivos sustitutivos produjo el perverso resultado de más de 200 mil hectáreas sembradas de coca, reconocido por el propio ex presidente Santos, y el incremento de la actividad ilícita del narcotráfico.
En contraste, no hubo colaboración con las autoridades, no se revelaron las rutas del nefasto negocio y por ende soterradamente se colaboró en su crecimiento. Se hizo oídos sordos cuando en las grabaciones Santrich dijo que se trataba de un negocio para la “familia”.
6.- No se entregaron los bienes del grupo guerrillero. Más allá de una lista de utensilios y bienes menores, el grupo guerrillero no entregó bienes ni cuentas en el exterior. Entre ellos se amenazan con delatar la existencia de caletas y recursos usados indebidamente en provecho personal o de pequeños grupos.
Queda el amargo sabor de un acuerdo estratégico, que admite todas las formas de lucha, para derrotar al sistema, ausente de intenciones sinceras de paz y reconciliación.
El reto del próximo gobierno es lograr la verdadera paz y la reconciliación entre los sectores enfrentados. Nada hacemos tramitando un conflicto mediante desordenes y desestabilización que no sirven a nadie.
Juan Manuel Charry, https://www.semana.com/, Bogotá, 26 /11/2020.
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