Algunos críticos de Karl Marx consideran que sus dos principales errores fueron la lucha de clases y el materialismo histórico o determinismo económico. El proletariado se presentaba ante Marx como el indicado para llevar a cabo la lucha de clases para implantar el comunismo. Y el materialismo histórico como el llamado a polarizar la sociedad en dos grupos antagónicos, la burguesía opulenta y el proletariado miserable, de cuyo enfrentamiento se derivaría en forma inevitable la revolución. Pero nos tranquiliza algo reconocer que el comunismo de los tiempos de Marx ha evolucionado hasta convertirse en los socialismos de hoy día, a los cuales nos referiremos a continuación en remplazo del obsoleto comunismo.
El papel de los partidos socialistas radicaba para Marx en poner de manifiesto las contradicciones y las injusticias del sistema capitalista para despertar la conciencia de los trabajadores y estimularlos a la lucha de clases. Pero fracasaron las revoluciones inevitables que vaticinó Marx, entre muchas razones, porque los obreros no llegan hoy a ser mayoría en las sociedades modernas de nuestros días, limitación que reconocen los sindicalistas para proceder a convocar a sus protestas a los jóvenes educados por profesores marxistas.
Las sociedades capitalistas modernas crean una gran clase media que cada día se identifican más con un empresariado comprometido con otorgarles empleo digno. Crean, así mismo, un proletariado que cada día se adelgaza más y se aburguesa en forma más apreciable. Estas razones derriban por la base el postulado de Marx que esperaba que la revolución nos llegara por sí sola y que fuera el proletariado su protagonista.
Ahora bien, que de manera muy diferente a como se imaginó Marx su revolución comunista, la revolución socialista en marcha sí ha llevado a los países de la Unión Europea a implantar socialdemocracias, más reconocidas como ´estados de bienestar´, caracterizados por incorporar prácticas capitalistas y socialistas. El capitalismo también es hoy muy diferente de cómo lo conoció él en el Siglo 19.
Lo que nunca se imaginó don Karl es el gran crecimiento de una clase media que goza de un elevado estándar de vida como resultado de una economía que no resultó ser un juego de suma cero, la cual ha generado tantísima riqueza que grandes mayorías han podido mejorar. En el siglo y medio que lleva el capitalismo de existencia y en menos del siglo de las socialdemocracias, se han creado riquezas mucho más gigantescas y colosales que las creadas por todas las generaciones pasadas juntas.
Dicha creación de riqueza la comprendieron tanto los capitalistas como los obreros para concluir que transar, ceder, negociar eran mejor negocio que la confrontación. El inocultable proceso de desarrollo económico del capitalismo pavimentó la vía para firmar los pactos laborales.
Algunos analistas consideran que existe a la fecha un leve debilitamiento tanto del capitalismo como de las socialdemocracias. Entre las razones estructurales para esta infortunada tendencia se mencionan: la globalización por medio del libre comercio con monedas devaluadas, con subsidios estatales y con contrabando; la inseguridad en los empleos por culpa de la tecnología, de la robótica y de las inmigraciones masivas; pero sobre todas las razones anteriores aparece la corrupción de las clases dirigentes, la cual es tolerada con una impunidad casi total. Entre las soluciones para este lamentable debilitamiento se sugiere la educación para recuperar la autoridad y la ética en los estados, las familias y las empresas.
Referencia: consultar por Google digitando: Política y economía en la revolución del Siglo XX. Autor: Gabriel Tortella.
Hernán González R., Periódico Debate, 03/11/2020