
No hay derecho a que una democracia medianamente madura como la nuestra se vea abocada a un proceso electoral lleno de incertidumbre, dudas y sospechas de fraude, sin que nadie imprima la claridad y brinde la confianza que debería ser inherente a lo que se constituye como el sólido pilar, sin que ocurra nada.
No hay derecho a que se hayan esfumado ¡un millón! De votos, y aparecido después favoreciendo a la izquierda sin que nadie haga nada ni diga nada. No hay derecho a que frente a tanto absurdo se pida una confiable auditoría internacional al proceso, y tanto la Registraduría como el Consejo Nacional Electoral le hayan bailado el indio al país y no contraten nada, sin que nada ocurra.
No hay derecho a que en este país leguleyo nadie haya encontrado el mecanismo para destituir a todos los que intervinieron como rectores y responsables del pasado proceso electoral, y sigan ahí, tan campantes, registrador y magistrados que, sí, se dan golpes de pecho, pero hasta ahí.
No hay derecho a que traten de presentar como imparcial y confiable una auto-auditoría, pero no pasa nada, todo sigue su preconcebido rumbo.
No hay derecho a que solo unas pocas voces protesten, Pastrana y la Cabal, y no haya un tajante rechazo general a tanto y tan descarado abuso.
¿Es tanta la amnesia? Ya nos ocurrió: El pueblo votó ¡NO! al abusador acuerdo fariano, pero las camarillas santistas dijeron que sí, y contra todo el mundo se firmó. ¿Será que nos la volverán a hacer? ¿será que, no importa lo que vote el pueblo, impondrán su trampa?
Se sabe que es mucho lo que está en juego y, en efecto, la jornada del domingo podría definir la suerte del país, por ejemplo, si Fico se elige en primera vuelta cosa que no luce descabellada, a juzgar por el fervor que en las manifestaciones públicas muestran los asistentes y frente a las expresiones encamelladas y enhuesadas de aquellos que, seguro pagados, se bajan de los buses petristas.
Claro que es sólo una percepción, una muestra pero que, a diferencia de lo de las encuestas que también son una muestra, las espontáneas expresiones de entusiasmo no pueden ser alteradas ni manipuladas, ni se puede encuestar a muchos de tal estrato y pocos del otro, ni tampoco se puede alterar lo de la pirámide poblacional. Así que brindan más confianza los asistentes que los encuestados, que éstos, además, pudieran estar inhibidos, por ejemplo, por su entorno.
Evidentemente el pueblo masivamente se inclina por Fico, quien obtendrá muchos más votos que el resto. Empero, ¿Es suficiente? El peligro no es sólo Petro con sus demenciales propuestas, ni tampoco la ignorancia de la gente que cree y espera que le regalarán todo y que podrá impunemente “democratizar” mercados y hasta viviendas.
El peligro no son los desvaríos que en el poder pudiera hacer el petrismo. No. El peligro es la trampa. Es el fraude, la tramoya bien montada y bien respaldada. El peligro es Santos, experto en vericuetos, con Vega y su combo de su lado haciendo de las suyas para volver al poder como fuere. Santos desde el principio está detrás de todo el malvado proceso. Porque Fico no es títere de Uribe, sino que Petro lo es de Santos. El peligro no es lo que pueda hacer Petro en el poder, sino lo que tras bambalinas esté maquinando Santos como desquite de sus odios. El peligro es Santos, quien quiere cambiar lo de “el que diga Uribe” por “el que instile Santos”, para culminar su entrega del país a la guerrilla.
Por ello hay que votar masivamente, dejar de lado la displicencia y la apatía, y salir a votar para que, al igual que ya les ocurrió en el Plebiscito, la trampa que tienen montada no les alcance.
26/05/2022 | Por Roberto Zabaraín | [email protected], La Linterna Azul.