Verdadera indignación causó en la ciudadanía de Medellín el “sábado negro” protagonizado por unos cuantos vándalos que organizaron dizque “una marcha pacífica de los estudiantes”, que, en la realidad era un disturbio generalizado para paralizar la ciudad y causar daños a transeúntes, vehículos, trasporte público y locales comerciales.
La Policía permitió toda clase de desmanes pues, según lo informado durante la protesta, tenía órdenes del Alcalde de no intervenir en contra de los manifestantes.
Muchos se quejaban del Gobierno Nacional, olvidando que éste, desde noviembre del año pasado, resolvió delegar en los acaldes el mantenimiento del orden público y que ahora la Corte Constitucional se empeña en que el Gobierno debe contar con su aprobación para impartir órdenes a la Policía o para reglamentar las protestas.
No entendemos los ciudadanos que durante 8 meses hemos estado confinados y guardando el distanciamiento social, cómo a los vándalos, los anarquistas, los atarvanes, sí se les permite reunirse y transitar a su antojo por toda la ciudad, sin cumplir norma alguna de distanciamiento social, incurriendo así la Alcaldía en una actuación no sólo negligente y parcializada, sino también delictuosa por poner en peligro la salud de toda la comunidad.
Claro que nada bueno se podía esperar de un alcalde que pocos meses antes de ser elegido andaba encapuchado haciendo de vándalo con otros delincuentes de su calaña.
Hoy más que nuca se hace indispensable que cada uno de nosotros, cada medellinense o residente en esta ciudad se convierta en un apóstol de la revocatoria. Mediante el “voz a voz”, las redes, el celular, movilicemos a toda la sociedad para revocar el mandato a este maléfico personaje que está acabando con nuestra ciudad y desconociendo nuestros principios y valores.
Luis Alfonso García C., Presidente de Alianza Reconstrucción Colombia