Tutela del juez 11 pone de nuevo el dedo en la llaga: ¿se nos desbordó la tutela en Colombia?

Mientras el Gobierno busca desesperadamente el equilibrio entre proteger la salud y reactivar la economía, un juez resolvió invadir, vía tutela, la órbita funcional del manejo de la política de salud.

Según este juez, 11 administrativo del Circuito de Bogotá, a los viajeros internacionales que quieran entrar al país se les exigirán una prueba PCR y una cuarentena de 14 días. Es hasta gracioso que uno suponga que el turismo sobrevivirá a esta medida que, según el juez, no levantará hasta que no llegue la vacuna o el virus se extinga. Porque el tiempo normal del viaje de un turista es de entre una semana a dos. Eso significa que la vacación del turista será toda en cuarentena. ¿Habrá algún imbécil que solo por el placer de descansar se someta a pagar unos pasajes carísimos, en hoteles de menor o mayor rango tarifario, para estar encerrado 14 días mirando el mar por la ventana? Despidámonos de la resurrección de la industria del turismo.

Pero, más allá de sus efectos prácticos, el fallo de tutela del juez 11 abre tremendas dudas filosóficas acerca de si la tutela perdió el carácter original con que fue diseñada por la Constitución del 91, para proteger los derechos fundamentales de primer orden que estén gravemente amenazados o violados. Por eso tiene efectos inmediatos, y es intuito personae, es decir, tiene efectos solo para el tutelante.

Ahora las decisiones epidemiológicas las toman los jueces. Tal vez ignora que como en Colombia ya tenemos desde hace meses un contagio comunitario, 3 o 4 personas contagiadas que entren al país no alterarán la seroprevalencia (entendida como cuánta gente ha sido contagiada), que es similar en los viajeros nacionales que en los internacionales. Da lo mismo venir de Madrid (España) que de Madrid (Cundinamarca) a Bogotá. Con el mismo raciocinio, entonces, se debería exigir a los viajeros aéreos nacionales, y a los que toman una flota intermunicipal una prueba covid. Según el ministro, estas pruebas exigidas por el juez 11 abren una ventana muy pequeña de detección del virus, que no justifica el daño que se les hace a la industria del turismo y a la gente que vive de ella. Los viajeros se pueden contagiar entre el momento en que se toman la prueba y en el que suben al avión, luego tampoco es una prueba concluyente.

Esta tutela del juez 11 pone de nuevo el dedo en la llaga: ¿se nos desbordó la tutela en Colombia?

Lo que nació limitado a lo esencial se volvió general. Y se va construyendo un cogobierno de los jueces en el que estos invaden la órbita de otros poderes. Pueden desde ordenar por dónde puede ir un puente o carretera hasta debates de control político en el Congreso. Incluso, al ministro de Defensa un juez le prohibió utilizar gases lacrimógenos en una manifestación aunque se desborde el orden público y peligre la vida de los ciudadanos, dizque porque ayuda a esparcir el covid, cuando el origen del problema es que en las calles no debe haber aglomeraciones que impidan cumplir con las medidas de bioseguridad. Como en el famoso cuento del señor que encontró a su mujer con otro, este juez resolvió que la solución para evitar futuros adulterios de su esposa era vender el sofá. Los de tutela se han vuelto jueces sin límites, con el poder de privar de la libertad a quien no cumpla su decisión.

E imponen decisiones por vía general, que es lo que hacen las leyes, no las tutelas. Con su desbordamiento se corre el riesgo de que el cumplimiento de la tutela ya no sea sagrado, sino que, como acaba de pasar con el ministro de Salud, los poderes que se sienten invadidos en sus órbitas terminen negando esa obediencia, al considerar que ir a la cárcel es preferible a poner en riesgo la salubridad del país.

Como además nació considerado un medio judicial rápido y eficaz, la tutela poco a poco ha ido sustituyendo a la Rama Judicial y convirtiéndose en uno de los factores de su congestión. No hay jueces de tutela especializados, sino que un juez laboral puede terminar fallando una tutela de carácter penal, y así. Y las peores corruptelas de la justicia han surgido a la hora de seleccionar las tutelas para su revisión.

El hueco que abren la del juez 11 y otros casos recientes sugiere que la tutela, desbordada como parece, se está utilizando para gobernar, con fines populistas. Y nos reíamos cuando nos amenazaban con el gobierno de los jueces…

No faltarán quienes salgan ahora escandalizados a rasgarse las vestiduras: ¡van por la tutela, nos la quieren tumbar!

No hay tal. Hay que devolver la tutela a sus cauces, porque ya no sabemos si en nuestro sistema judicial la tutela es lo mejor de lo malo o lo peor de lo bueno. Pero que aquí hay activismo judicial, lo hay.

Entre tanto… Yo de las directivas del fútbol colombiano, me le arrodillaría a Pékerman.

MARÍA ISABEL RUEDA, El TGiempo, 06/12/2020

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