A pesar de toda la campaña orquestada por Bruselas y el apoyo de los grandes medios de comunicación a una oposición que hacía aguas, Viktor Orbán ha vuelto a ganar las elecciones. La participación en estas elecciones ha sido algo inferior a las de 2018, un 67,8% en todo el país y un 75% en la capital. “Una victoria de la democracia”, en palabras de Gergely Gulyás, jefe de gabinete del primer ministro, que agradeció a los húngaros su asistencia a las urnas. 

Pude seguir las elecciones con otros compañeros europeos y americanos en el Matthias Corvinus Collegium (MCC) desde las 17:30, antes de que se cerrasen los comicios. Entre los políticos presentes se encontraban los diputados de VOX y ECR (Grupo de Conservadores y Reformistas) Jorge Buxadé y Hermann Tertsch. Buxadé, convencido de la victoria de Orbán, afirmó que el actual gobierno húngaro es una “señal de esperanza” para toda Europa, mientras que la llegada al poder de una “oposición horrenda” significaría una ruptura de la sociedad húngara. Otro miembro de ECR, el eurodiputado búlgaro del BMPO Angel Dzhambazki, recalcó que “estas elecciones húngaras son las verdaderas elecciones europeas, donde se está decidiendo entre elegir el modelo de la UE o seguir apostando por la nación, la tradición cristiana y la familia”.

Los primeros resultados, en torno a las 21:00 y con un 16% de los votos escrutados, daban a Fidesz un 61,93% de los votos frente a un 27,06 de la oposición, y la entrada en el parlamento del partido nacionalista de Lazlo Toroczkai, Mi Hazánk (Nuestra Patria) con un 6,61%. Una hora más tarde, y ya con un 57%, Fidesz seguía muy por delante, con un 55,75% frente al 32,55% de la oposición, con Mi Hazánk estable en el 6%. Una victoria arrolladora y, de nuevo, una mayoría para Orbán de dos tercios en el parlamento.

Poco antes de las 23:00, Viktor Orbán aparecía ante los medios en la sede de Fidesz para anunciar su victoria entre gritos de “Hungría, Hungría”. Con más de un 74% de los votos escrutados, Fidesz obtiene 135 de los 199 diputados del parlamento húngaro, la oposición se queda con 57 y Mi Hazánk consigue 7 escaños. Péter Márki-Zay, que se ha hecho popular por sus meteduras de pata y sus chistes racistas, ha mantenido a duras penas una coalición de siete partidos que, en sus propias palabras abarcaba desde “fascistas a comunistas”. No obstante, las tensiones internas afloraban el pasado sábado y el líder de Jobbik, Péter Jakab, anunciaba que no asistiría a la fiesta electoral de la oposición en caso de ganar las elecciones. Después de la derrota, no parece que la coalición opositora vaya a permanecer unida mucho tiempo. El propio Márki-Zay ha perdido en su distrito contra Janos Lázar, el candidato de Fidesz. 

Sin duda, la supuesta falta de limpieza en las elecciones será una de las objeciones de los grandes medios occidentales y los políticos de Bruselas a esta nueva victoria de Fidesz. Pero nada más lejos de la verdad. Más de 900 observadores internacionales han participado en las elecciones y corroborado la ausencia total de incidentes y de fraude. En el MCC pude hablar con varios observadores, entre ellos Jerzy Kwasniewski, presidente de Ordo Iuris de Polonia, o Claude Chollet, presidente del Observatorio del Periodismo de Francia, ambos me manifestaron que las elecciones habían sido completamente limpias y democráticas. También pude hablar con observadores españoles, como Polonia Castellanos, presidenta de Abogados Cristianos, que recorrió numerosos colegios electorales en donde las elecciones transcurrieron con absoluta normalidad. Orbán no ha ganado porque los medios le apoyen (en un 60% apoyan a la oposición), haya habido algún tipo de fraude o los húngaros sean unos “fascistas”, ha vencido porque sus políticas defienden a Hungría y a los húngaros, y son una isla de sentido común en medio del mar de locura progresista de la Unión Europea.

El sentido común prevalece en Hungría y Orbán renueva su mandato. Europa gana. La élite de Bruselas pierde.   elecciones limpias y democráticas, mar de locura progresista de la Unión Europea.