Los 10 desatinos de Claudia

Nunca una verdadera crisis es tan propicia a un gobernante para enseñar el camino al ‘infierno’, y mantener a los ciudadanos apartados de él, o para abusar del poder. Un nunca que recuerda que, cuando un enemigo ataca a una nación, la ciudadanía asustada mira a un solo líder que simboliza la resistencia contra el enemigo.

Pero en ocasiones se descubre que el increíble poder del gobernante no devenía de su sabiduría o capacidad de decisión, sino de acentuar el miedo y de ciudadanos crédulos que se dejan llevar deprisa por promesas de parlanchines. Entonces, la falta de coherencia tiene grandes consecuencias, pues, al regresar la normalidad, se puede revelar la ruina de la cosa pública que se escondía bajo la superficie. Un riesgo que crece exponencialmente con la tendencia de algunos gobernantes, como Claudia López, a los constantes desatinos, los cuales vale la pena repasar, aunque el gran aparato de propaganda de la madataria logre distraer de estos.

En primer lugar, es irresponsable que quiera explicar la pandemia en Bogotá como un asunto de lucha de clases. Precisamente, por su ineficacia, miles de bogotanos están en riesgo de contagio cuando se aglomeran a protestar porque tienen hambre.

Segundo, es una ligereza que, sin una investigación, convierta al aeropuerto de Bogotá en su chivo expiatorio predilecto y diga que si no hubiera presionado por su cierre, estaríamos como Guayaquil. Si así fuera, Perú no tendría cinco veces más contagios que Colombia, porque cerró los aeropuertos mucho antes, y Argentina no tendría 35 por ciento menos, pues los cerró un día después que Colombia. Un estudio reciente del Instituto de Salud Carlos III de Madrid muestra que en España no hubo paciente cero, sino al menos 15 entradas diferentes del virus.

Tercero, aun con su incapacidad de cumplir con la comida y abrigo prometidos, la alcaldesa recomienda una cuarentena hasta junio o hasta cuando haya una vacuna. Cabe recordarle que, en el solo caso de la parte alta de Santa Fe, hay 20 barrios, desde el Turbay Ayala hasta El Dorado, donde la gente está pasando hambre y cualquier cosa puede pasar en cualquier momento.

Cuarto, dijo que se habían entregado 1,7 millones de mercados y fue ampliamente desmentida. Quinto, aunque el martes 17 de marzo decretó el simulacro de cuarentena, solo hasta el 25 anunció el programa Bogotá Solidaria en Casa. Ese día dijo que la selección y asignación de los apoyos estaría a cargo de la Secretaría de Integración Social. Sin embargo, se lavó las manos al trasladar la culpa al Gobierno Nacional por los retrasos en los giros a los hogares pobres.

Sexto, ¿es realmente liderazgo y capacidad de anticipar escenarios que la alcaldesa subestime como una pequeña recesión los efectos económicos de la crisis? Séptimo, qué bueno que, cuando se le advirtió que la gente no podía ir en TransMilenio como una lata de salchichas, comenzó a decir que el sistema operaría con un máximo del 35 por ciento. Pero no se le nota afán por disponer de buses adicionales para quienes habitan en Suba, Bosa, Usme o San Cristóbal.

Octavo, hace más de un mes prometió 200.000 pruebas rápidas y aún hoy son pocas las que se practican. Noveno, la alcaldesa se muestra contraria a la reactivación económica, pero omite enfatizar en las medidas de bioseguridad de los países asiáticos que evitan estrangular la economía. Incluso ella misma ha desestimado algo tan esencial como el uso del tapabocas.

Décimo, aunque la alcaldesa agradeció el 25 de marzo el apoyo de 10.000 millones de la Andi para ayudas a personas vulnerables, el 8 de abril volvió con el discurso de lucha de clases para recriminar a los empresarios por una supuesta falta de sentido de humanidad. Una retahíla fuera de lugar, que no solo desconoce sus solidarios aportes, sino que, si no fuera por los empresarios, los resultados de la ‘donatón’ en Bogotá habrían sido lánguidos.

Sería bueno que la alcaldesa López aprendiera de Medellín y Antioquia en el manejo del conoravirus. No vaya a ser que, con el 42 por ciento de los casos de todo el país, Bogotá se le comience a salir de las manos y tenga que buscar nuevos chivos expiatorios.

Por John Mario González – El Tiempo, 2/05/2020

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