Durante las primeras semanas de la pandemia se vanagloriaba nuestro alcalde de las bajas tasas de letalidad justificadas según el por su gestión rápida y proactiva. Actualmente Medellín no solo ha padecido las consecuencias de los prolongados cierres y restricciones, sino también de un número de contagios y decesos que viene creciendo como ha ocurrido en muchas otras ciudades de Colombia y del mundo. Es decir, nos quedamos con el pecado y sin el género. A continuación algunas de las razones que explican su desastre:
Es un completo misterio la eficacia de la ‘Plataforma Medellín’ me cuida. Además de enfrentar algunos litigios por el tratamiento de datos personales, y la falta de claridad de cómo funcionan los cercos epidemiológicos, hay empresas y sectores que se han negado a reportar dicha información, como por ejemplo los bancos, ante lo cual no conocemos ninguna acción de control o legal frente a dicho incumplimiento, más allá de hacer invitaciones inútiles, sin mayor rigor.
Hablar de la llegada del pico de contagios en la ciudad sin ningún sustento científico, mientras expertos aclaran que aún no se puede establecer si se llegó al pico de la pandemia, por el alto número de pruebas que están represadas. Incluso, Leopoldo López, gerente del manejo de COVID-19 en Antioquia, mencionó que solo se sabrá si se llegó al pico, una vez superado. Como dijo Mauricio Vargas columnista del periódico El Tiempo: “el alcalde de Medellín tiene una lengua más veloz que su cabeza”.
Falta de control previo a las cuarentenas de su _4 días por 3_, donde se ha evidenciado un excesivo flujo de vehículos en todas las salidas de la ciudad previo a los ‘estados de cuidado total’ o más bien de paseo total.
Estos cierres generalizados han afectado profundamente diversos sectores de la economía, empresas que han trabajado con seriedad y compromiso sus protocolos de bioseguridad, medidas que han representado inversiones significativas e incluso reducción de los márgenes de utilidad en aras de preservar la continuidad de sus negocios, y por ende la generación de empleo, pero no se ven recompensadas cuando se restringe su operación sin ningún miramiento.
Dilatación permanente a la generación de soluciones a los problemas planteados por el sector de transporte público urbano, a los cuales sin ningún asomo de equidad se les impone unas condiciones de aforo inviables económicamente, mientras observamos como el transporte masivo presenta constantes aglomeraciones, como si el COVID -19 no se propagara en él.
Amenazó nuestro alcalde con cortar la luz y el agua a las personas que hicieran fiestas clandestinas en plena pandemia, y como indica el personero de Medellín dicha medida afectaría los derechos fundamentales de los ciudadanos, y es completamente ilegal.
Desconocer e irrespetar al empresariado antioqueño con sus actitudes como emperador de EPM, ignorando que es de la mano de ellos, en un esfuerzo colectivo, en alianza, como se puede lograr el impulso que necesita la economía local en la post-pandemia.
Por Juan S. Escobar, 13/08/2020