Servidumbre y grandeza militares

El título de éste artículo es el mismo  de una notable obra del romanticismo francés escrita por Alfred de Vigny, filósofo y moralista ,  de la primera mitad del siglo XIX, la cual, influyó mucho en la formación de E.G.  como militar y como ciudadano.

En las sociedades hacen presencia, en proporciones variables los bellacos y los virtuosos. La administración de las comunidades sería muy difícil si unos y otros mantuvieran, permanentemente, sus respectivas personalidades.

Siempre se encuentran en la vileza algunas pinceladas de nobleza y a la virtud no dejan de oscurecerla, en ocasiones y aunque no se quiera, las sombras del vicio. Si no fuera así, los bellacos acabarían con los virtuosos y estos,  rara vez se defenderían, por exceso de generosidad, como hicieron los aristócratas franceses cuando su famosa revolución, que se dejaron matar por los sans culottes siendo como eran, los mejores combatientes del reino.

Los ejércitos se nutren bastante de rufianes, aventureros sin casta ni educación que buscan en la milicia un refugio contra la pobreza y un espacio para la visita de la  fortuna.

Aun así, las mesnadas que de ellos se forman suelen hacer ejércitos magníficos, si cuentan con un líder notable que se distinga por su inteligencia y su sabiduría, aquel, en quien las tropas confían porque las entiende y puede llevarlas  al triunfo, algo que, con pasión,  prefieren y buscan.

También aman la riqueza. En la antigüedad, grandes capitanes, como Sila y Alejandro Magno, repartían gigantescos tesoros entre sus hombres, fruto de las conquistas realizadas,   que requerían para su transporte de enormes cantidades de animales de tiro. Garantizaban así su lealtad y fidelidad aunque dicho estipendio escandaloso no siempre fuera necesario por el afecto y el respeto que inspiraban, ejemplo de ello, son los soldados de Aníbal y de Napoleón y en nuestro medio los de los generales .José María Córdoba y Manuel Casabianca.

 Con el acercamiento a los siglos modernos se cambió el acicate del lucro inmenso por el suministro de un sueldo decente , entregado cumplida y periódicamente, detalles de bienestar, desarrollo del patriotismo y en las naciones democráticas de hoy , además de lo anterior,  el reconocimiento racional de lo conveniente que es subordinar el poder militar a la autoridad política, como un ingrediente de la estabilidad, eso y la comprensión de que el honor es la fuerza que obliga al deber, son los pegamentos que unen la institución militar al espíritu del pueblo y permiten un desarrollo civilizado y seguro de las naciones libres.

La disciplina no depende tanto de la repartición de castigos y de premios sino de la convicción en los valores indicados.

Una fuerza eficiente que sirva bien a la nación requiere de oficiales formados en escuelas militares en donde enseñen instructores dignos y sabios quienes, como resultado de ello,  den buen ejemplo a la tropa en todos los niveles de la jerarquía.

Si eso falla, la moral de las tropas se resquebraja y el talante bellaco se adueña de las personalidades y sobre viene la corrupción y la delincuencia en las filas, convirtiéndose la institución en un lastre para el país.

Si su máximo jefe, el presidente de la república, como sucedió en al anterior gobierno y  lamentablemente, sigue pasando en éste, predica la tolerancia hacia los terroristas, no selecciona bien los cuadros de mando y estimula o permite perniciosas conductas como las del homosexualismo mercenario  y la cobardía en las filas de los cuerpos armados, todo puede derrumbarse.

No se sabe con certeza cuál es el enemigo y pareciera que lo es la gente decente y no los bandidos y cuando un grupo de oficiales patrióticos trata de vigilar a quienes amenazan la libertad y la democracia se le despide del servicio ignominiosamente creando, en las instituciones castrenses, confusión y desánimo.

Algo tan vital para la seguridad y bienestar de los pueblos, como son sus fuerzas armadas, si en lugar de prestarles la atención prioritaria que requieren de parte de los gobiernos,  son consideradas por estos como un estorbo para sus veleidades  antibelicistas, se derrumban como instituciones confiables y pueden causar el caos como sucedió en Venezuela con la catástrofe llamada Hugo Chávez.

En Colombia, durante los últimos 10 años, menudean aberraciones evidentes en las FFAA.

Por Eduardo Gutierrez -5/07/2020

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