Petro se parece a la presidenta de México en que se le nota mucho la ideología.

La decisión de la nueva presidenta de México, Claudia Sheinbaum, de no invitar a su posesión al Rey de España porque no pidió disculpas por la conquista, me parece un acto innecesario. Es absurdo iniciar una crisis política, por un asunto ideológico que no conduce a ninguna parte. Suena a populismo. Muchos sucesos del pasado de las naciones y del mundo, vistos con los valores que hoy tenemos, son aterradores: Lo que hicieron los europeos en África, América y Asia; Los Vikingos en Gran Bretaña. Las persecuciones religiosas, a los homosexuales y a tantos grupos sociales y personas.

No pocas de estas conductas francamente irracionales, persisten en nuestros días. Pero hemos evolucionado y hoy la humanidad comparte un destino común que nos impone respetar y colaborar y, sobre todo, reconciliarnos. El planeta está amenazado, hay hambre, pobreza, desplazamiento, migración. Los problemas son enormes, como para sumarle posiciones que no apartan nada. Crea problemas en vez de solucionarlos. Las disculpas en política se dan con acciones.

Siempre he pensado, y mucho más en estos tiempos, que la ideología no es buena compañera para gobernar. España y América Latina tienen mucho que ofrecerse mutuamente y ahí, en ese camino, es donde los gobiernos deben centrarse. Presente y futuro. No se trata de olvidar el pasado. Superarlo. No podemos cambiarlo, pero si construir relaciones nuevas basadas en la solidaridad y el progreso. Hay que recomendarle a Sheinbaum la lectura de su coterráneo Carlos Fuente, “El espejo enterrado”, un extraordinario libro que habla del encuentro de las tres culturas en un enfoque equilibrado de la llegada de los europeos a este continente.

Petro se parece a la presidenta de México en que se le nota mucho la ideología. Sus descalificaciones a los empresarios tienen mucho de eso. Asunto que no le ha traído ningún bien al país. El gobierno de Colombia está estancado. No da soluciones, sino crea más problemas. Lo vemos en la salud y en el sector energético. El problema de la seguridad en todo el territorio crece, mientras el gobierno les da más concesiones a los grupos criminales al punto de que la mal llamada política de paz total lo único que ha traído, hasta ahora, es que todos los indicadores de inseguridad van para arriba.

Está a la vista de todos, que los gobiernos de izquierda en América Latina -casi todos- han fracasado. Han devenido, en muchos casos, en autoritarismo, persecución, corrupción. Millones de latinoamericanos que han tenido que dejar su patria. Pero la extrema derecha tampoco ha sido la solución. Episodios vergonzosos de persecución, desapariciones y malos gobiernos que no queremos repetir. Ninguno de los extremos es la solución. Se necesitan gobierno de centro, cuyas políticas estén pensadas para la gente, para el progreso. Donde se respete la libertad en todas sus expresiones. Donde la democracia y la alternancia en el poder sean siempre una realidad. La política entendida como servicio y no imposición. Sensatez, no ideología.

PORTAFOLIO

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