Al mejor estilo de su libretista Gustavo Bolívar, quien emotivamente le declaró su amor antes de ser enviado al ostracismo, Petro salió del closet -y no me refiero por sus visitas a Panamá o sus adicciones-. La semana pasada destapó su verdadera intención de censurar a los medios de comunicación y a los opositores que se le interpongan. Fue tal el descaro, que incluso uno de sus vasallos -Julio Sánchez Cristo- no tuvo más remedio que salir en redes sociales retándolo a desconectar las emisoras, si así lo deseaba. Sin medios no hay paraíso.
Para el pichón de ‘Narcodictador’, los medios de comunicación son un estorbo en su propósito de entregarles el país a las estructuras criminales y perpetuarse en el poder. Su plan incluye descabezar editorialistas, cerrar emisoras y tomarse los medios tradicionales, aplicando la misma estrategia que le permitió acabar con el sector salud y con el minero-energético. Quebrándolos.
Lo triste es que fueron los mismos medios quienes alimentaron por décadas al cocodrilo, esperando que cuando llegara el momento no se los comería. Personajes como Julito en La W, Néstor Morales en Blu Radio, Daniel Coronell y Enrique Santos en Cambio, Cecilia Orozco en Noticias Uno y María Jimena Duzán en Semana, por mencionar algunos, lo volvieron viable. Le abrieron el micrófono y le pusieron el tapete rojo para llevarlo a la Presidencia. Lo presentaron como un revolucionario idealista; un exguerrillero reinsertado a la sociedad; un amigo de la paz; lo ungieron como el líder de la oposición, enemigo de la corrupción y del establecimiento político; adalid de la lucha contra el paramilitarismo; incluso lo elevaron a reformista y estadista. Que falacia. Hoy, algunos líderes de opinión e ideólogos de centro izquierda tratan de vendernos la idea que Petro los traicionó, cuando fueron ellos quienes no quisieron escuchar.
Sin medios no hay paraíso
Ya hemos visto como Petro ha logrado amedrentar a canales como RCN y Caracol neutralizándolos. Les envió una visita de la Superintendencia de Industria y Comercio dirigida por la infernal Cielo Delinque, para promover su cacería de brujas. Logró descabezar a dos de sus principales opositores, Luis Carlos Vélez en RCN Radio y Vicky Dávila en Semana. Persigue sin tapujos a Luz María Sierra, directora de El Colombiano, poniendo en riesgo su vida y la de sus periodistas. Desde el MinTIC ha lanzado una estrategia legal para cancelar las concesiones de los canales públicos y privados. Con sus intervenciones maratónicas en el ‘prime time’ y apunta de decretos, está asegurando que la pauta disminuya sustancialmente buscando asfixiar el negocio. Es consciente que, sin recursos, los periodistas de calidad no podrán continuar y se verán obligados a abandonar el barco o cambiar de profesión. Como en la salud y el sector minas y energía, su estrategia no es ‘exprópiese’, sino ‘quiébrese’.
Controlará los medios de comunicación de la misma manera que lo ha hecho con otros sectores estratégicos de la economía, interviniéndolos. Los canales y emisoras terminarán en manos del régimen en manos de RTVC y mercenarios de la propaganda como Hollman Morris. Los utilizarán de cajas de resonancia para ‘influencers’ y bodegas pagas por el Estado, embutiéndonos narrativas que les permita reescribir la historia.
Siempre he sostenido que Petro es un destructor, un agente del caos. La pérdida de valor y la polarización son sus grandes logros. El paraíso -según Petro- es un país destruido, dividido, alienado de la comunidad internacional, sin inversión privada ni empleo, y donde la corrupción, la delincuencia organizada y el narcotráfico terminen reinando.
https://www.larepublica.co/analisis/andres-otero-leongomez-2834704/sin-medios-no-hay-paraiso-4192843