«La pobre Verónica»

 

La exmujer de Petro no está en la denominada Lista Clinton por haber sido esposa del narcopresidente colombiano. Bien lo explicó recientemente el encargado de negocios de la embajada de los Estados Unidos en Bogotá, John McNamara: la Oficina de Control de Activos Extranjeros –OFAC– no procede por razones políticas, sino puramente objetivas.

 

El 24 de ocrubre, cuando Petro, su hijo Nicolás, el delincuente Armando Benedetti y Verónica Alcocer fueron incluidos en la lista, el Departamento del Tesoro emitió un comunicado explicando las razones de la determinación que se constituye, en la práctica, en una muerte civil de los afectados.

 

 

En dicho comunicado se lee que Petro y su clan criminal, habrían participado en actividades ilícitas conectadas con organizaciones criminales transnacionales. Con base en esas evidencias, el gobierno americano, en aras de proteger su sistema financiero de posibles operaciones de lavado de activos, desvío de recursos, o triangulaciones financieras relacionadas con el tráfico de estupefacientes, determinó catalogar a Petro y los suyos como «personas designadas», que es el paso previo a la toma de decisiones penales en su contra.

 

Tan pronto la prensa sueca reveló que Verónica Alcocer lleva un tren de vida faraónico en la ciudad de Estocolmo, ocupando un lujoso apartamento en el barrio más exclusivo de esa ciudad y frecuentando los mejores restaurantes y bares, Petro salió en defensa de su exmujer y socia de fechorías, alegando que la publicación es inveraz.

 

Enemigo a muerte de la verdad, Petro aseveró que Alcocer estaba en Estocolmo «secuestrada», sufriendo por la separación de sus hijas. La prensa de Estocolmo se ha encargado de desmentirlo. Las recientes imágenes publicadas, muestran a Verónica muy contenta, paseando por el centro de Estocolmo, del brazo del oscuro delincuente catalán Manuel Grau.

 

Pablo Escobar, Gacha, los Rodríguez Orejuela y demás mafiosos, también defendían a capa y espada a sus parejas. La diferencia es que ninguno de esos capos del narcotráfico involucró a la madre de sus hijos en sus actividades ilegales, como lo hizo Petro.

 

De hecho, en este caso, Alcocer García no es una «víctima colateral», sino una determinadora de primer nivel. Ella es el eje de la operación criminal que involucra al presidente de Colombia y a su testaferro político más cercano, Armando Benedetti.

 

En Washington se menciona insistentemente una operación multimillonaria relacionada con un negocio de hidrocarburos venezolanos, en el que Verónica Alcocer trabajó hombro a hombro con los cabecillas del cartel de los soles, estructura recientemente catalogada como grupo terrorista internacional. Las agencias antinarcóticos cuentan con toda la información y saben exactamente lo que sucedió, y cuál fue el papel que desempeñó Alcocer García.

 

No hay crimen sin castigo. La exmujer de Petro jamás creyó que la justicia iba a alcanzarla. Confiaba plenamente en que la impunidad la acompañaría por el resto de su vida.

 

Se encontraba festejando en un bar de Kungsgatan de Estocolmo –una de las avenidas más importantes de aquel lugar–, cuando le informaron de su inclusión en la Lista Clinton. Ella, que es una analfabeta funcional, perfectamente inculta y sin muchas neuronas en su corteza cerebral, al principio no comprendió los alcances de la determinación. Lo efectos los empezó a sentir a las pocas horas, cuando descubrió que sus cuentas bancarias, tanto en Italia, como en España y Suecia, habían sido canceladas.

 

Petro alega que su expareja está «varada» en Estocolmo, que no puede salir de esa ciudad para «reencontrarse con sus hijas». El melodrama es difícil de creer. Si tanto añora a las niñas por las que hoy dice llorar, no debió haberlas abandonado a su suerte, bajo el cuidado de un irresponsable como es Gustavo Petro. Es más: antes de meterse a trabajar con la mafia, debió pensar en ellas.

 

Los problemas de esa mujer no pueden ser asumidos ni solucionados por los colombianos. Son de su órbita personal y no asuntos de Estado.

 

Se especula con que Petro tiene intención de enviar un avión de la Fuerza Aérea Colombiana para que lleve a Alcocer de regreso a Bogotá. Esa operación, además de costosa, resulta supremamente arriesgada: ya se sabe que ninguna empresa está dispuesta a proveer combustible para los aviones oficiales colombianos en los que viajan Petro o cualquiera de sus secuaces sancionados por el Tesoro estadounidense.

 

Verónica Alcocer no es víctima de absolutamente nada. Está sufriendo las duras consecuencias de sus actos, de sus desmanes, de sus abusos, de sus delitos. Esto hasta ahora comienza. Lo de la OFAC es un simple abrebocas, así que lo que debería hacer, mientras encuentra la manera de salir de Estocolmo, es buscarse un buen abogado que ejerza su representación en los Estados Unidos.

 

El discurso de la madre alejada a la fuerza de sus hijas, que no tiene manera de reencontrarse con ellas, que está siendo sometida a una sanción injusta e ignominiosa, lo creerá uno que otro incauto, pero es absolutamente ineficaz. Hay que decirlo con todas las letras, Verónica Alcocer no es un efecto, sino parte fundamental de la causa.

 

@IrreverentesCol

Publicado: noviembre 26 de 2025

https://losirrever.entes.com/2025/11/la-pobre-veronica/

 

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