Más allá del descenso demográfico, el porcentaje de niños, niñas y adolescentes cubiertos por el sistema educativo es cada vez más pequeño.
En los últimos trece años, el sistema educativo colombiano perdió 1,3 millones de estudiantes en educación básica y media (colegios). Y, aunque a primera vista esta caída en el número de matrículas se pueda explicar por un descenso demográfico (cada vez nacen menos niños en Colombia), la verdad es que el detalle de las cifras oficiales revelan una realidad desalentadora: El porcentaje de niños, niñas y adolescentes en edad escolar que hoy no asiste al colegio es cada vez más grande.
Dramática caída en la cobertura escolar en Colombia
Así lo evidencia un nuevo informe realizado por el Laboratorio de Economía de la Educación (LEE) de la Universidad Javeriana y la Asociación Colombiana de Universidades (Ascun). En este se revela que mientras en el 2010 el número de estudiantes matriculados en colegios del país fue de 11,1 millones, para el año 2023 (últimas cifras reveladas por el Ministerio de Educación) la matrícula escolar fue de 9,8 millones de estudiantes.
Y aunque es cierto que en el país el número de nacimientos viene experimentando un constante descenso desde el año 2008, lo cual claramente implica que cada vez hay menos niños, niñas y adolescentes en edad escolar, las cifras de Mineducación publicadas en el Sistema Nacional de Información de Educación Básica (Sineb) revelan que, además, se viene presentando una importante caída en la cobertura neta del sistema.
No es un indicador menor. Se trata del porcentaje de niños, niñas y adolescentes que tienen edad para estar en el colegio (de entre 5 y 16 años) que efectivamente está estudiando. Así las cosas, el país pasó de una cobertura del 92,4 por ciento en 2015 a 90,3 por ciento en 2023, una caída de dos puntos porcentuales.
Si bien puede parecer una reducción leve, para un país con una población escolar cercana a los 10 millones, un 2 por ciento menos de cobertura implica alrededor de 200.000 estudiantes.
La situación se hace más alarmante si se calcula que en total es el 9,7 por ciento el porcentaje de los menores que no van al colegio, lo que se traduce en 926.074 niños desescolarizados. Esta última es otra cifra que viene en aumento: cada vez son más los menores que por su edad deberían estar en el colegio pero que no están estudiando. En 2022 eran 806.388, en 2021 se calculaban en 729.828 y para 2020 fueron 714.362.
Para el analista educativo Francisco Cajiao esto demuestra una grave crisis en el sistema educativo: “Se entiende que la matrícula baje por temas demográficos, pero lo lógico es que la cobertura debe subir y que cada vez haya menos niños fuera del colegio, pero lo que está pasando es lo contrario la cobertura baja y los niños que no estudian cada vez son más”.
Dramática caída en la cobertura escolar en Colombia
Y estos no son los datos más preocupantes. EL TIEMPO consultó los datos del Sineb y encontró que la deserción escolar en 2023 (último dato disponible) fue del 3,7 por ciento, es decir, tan solo ese año unos 335.364 menores abandonaron el colegio. Si esta cifra se suma con la deserción del 4,1 por ciento de 2022 (el dato más alto en más de una década) se tiene que 709.487 menores se salieron de estudiar en los últimos dos años.
Y a todo eso se le debe sumar un indicador adicional que causa preocupación: la repitencia. El 2023 fue el año con la tasa de repitencia más alta en dos décadas, llegando al 8,1 por ciento, lo que implica 725.563 estudiantes que tuvieron que repetir el año.
Esto es a todas luces alarmante explica Cajiao, quien sostiene que “la repitencia es la cuota inicial de la deserción. Un niño que repite año inmediatamente tiene la tendencia a retirarse”. Además, según explicó a este diario Ómar David Garzón, investigador del LEE, “en Colombia solo 4 de cada 10 estudiantes que se gradúan del colegio lo hacen a tiempo”.
Los efectos en la caída de la cobertura escolar
Esta combinación entre descenso demográfico, caída de la cobertura y alta deserción escolar, está poniendo en jaque al sistema educativo colombiano en su totalidad, no solo a la educación básica y media.
Para empezar, se cree que este fenómeno estaría detrás del cierre de 6.263 sedes educativas, tanto públicas como privadas, en los últimos seis años en el país. De ellas, 769 corresponden a colegios privados que cerraron sus puertas nada más durante 2024.
Pero los impactos no solo recaerían en la educación básica y media, sino también en la educación superior (universidades e instituciones técnicas y tecnológicas). Así lo explica el informe del LEE y Ascun: “Este fenómeno representa una advertencia temprana para la planificación educativa: la demanda potencial por educación postmedia disminuirá estructuralmente en los próximos años, lo que obliga a anticipar reformas en la oferta, los modelos pedagógicos y las estrategias de inclusión de otras poblaciones tradicionalmente excluidas del sistema educativo. La educación media, en este contexto, representa un nudo estructural o el foco de oportunidad para afrontar estos desafíos, por lo que demanda atención prioritaria”.
Para Gloria Bernal, directora del LEE, es claro que la demanda potencial en educación superior está en descenso: “La matrícula en educación superior se va a mantener estable en los próximos semestres, pero nuestras proyecciones revelan que se va a presentar una caída alrededor del semestre 2026-1, lo que evidencia primero el coletazo de la demografía, pero también los problemas en cobertura que evidenciamos desde la básica y media”.
Lo anterior ya empieza a sentirse en el sector, en especial en las universidades privadas, que, según Ascun, ya evidencian un estancamiento en sus matrículas y, según sus previsiones, es muy probable que se dé una reducción de las mismas en muy poco tiempo.
Pero, para los expertos consultados por EL TIEMPO, lo más preocupante son las consecuencias sociales de una población escolar que cada vez se educa menos. “Cuando un estudiante deserta, es muy poco probable que vuelva a estudiar. Según cifras del Observatorio Laboral de la Educación del Mineducación, las personas que no terminan su bachillerato son las que tienen los niveles más bajos de ingresos y trabajo formal cuando están en el mercado laboral. Que el 9,5 por ciento de los niños, niñas y adolescentes no estén recibiendo educación se convierte en un drama social muy grande”.
Y agregó: “No se trata solo de impactos para las personas que no completan sus trayectorias educativas, sino de serios efectos como sociedad: la educación tiene impactos, por ejemplo, en la productividad del país, en la reducción de los índices de pobreza multidimensional, en la mano de obra calificada, y en el desarrollo de ciencia y tecnología”.
Cajiao, por su parte, cuestionó que desde el Gobierno, a pesar de la contundencia de estas cifras oficiales, se sigan centrando los esfuerzos de política pública educativa en educación superior: “Es como hacer un puente sin que haya carros. No estamos garantizando que la gente estudie en el colegio, mucho menos haremos que llegue a la educación superior”.
25/07/2025 | El Tiempo | Por Mateo Chacón Orduz