¿EL INSTIGADOR NECESARIO?

Alberto Santofimio fue condenado a 24 años de prisión por su responsabilidad en la muerte de Luis Carlos Galán. La Corte Suprema confirmó la condena considerando que Santofimio fue hallado culpable de ser coautor intelectual a título de determinador, al instigar a Pablo Escobar para que llevara a cabo el magnicidio.

Gustavo Petro, usted, insistentemente y con la intención de producir un efecto, por lo menos de odio, levantó el dedo instigador para que aleves sicarios apagaran la vida de Miguel Uribe. Usted, ostentando el poder de presidente de la República, generó las condiciones propicias para que el asesinato de Miguel Uribe fuera un propósito del querer que encarna. Usted hizo uso del método de su camarada Carlos Marighella, en su ‘manual del guerrillero urbano’, en el que afirma que ‘el asesinato es la más efectiva arma política’.

Hoy, su principal opositor pacifista yace muerto y usted alza la copa de vencedor. Hoy, la guadaña cicatera satisfizo su ambición. Es su aliada. Es su compañera. En el país que usted -hipócritamente- ha denominado ‘la potencia de la vida’, de su mano y con su guía, campea la muerte. Esa potencia que invoca solo es el remoquete para encubrir su resentimiento y sus ansias de venganza.

Petro, usted es instrumento de la muerte. La encarna, la incita, la aviva. Se solaza con ella. La ama, como el buitre a la carroña. La necesita, le hace falta, como la mortecina a la hiena. Petro, sus fauces manchadas dejan entrever la fruición que le producen la perfidia, el dolor y el daño. Sus entresijos solo albergan hiel y envidia.

¿Cuánto dolor ha provocado su infame paso por la vida? Una vida saturada de violación, muerte, llamas, mierda, llanto, secuestro, extorsión… ¡Cuanta repugnancia produce su despreciable existencia! Usted está hecho para el mal. Es su principio, su método y su fin. Esa es su ley y morirá en ella. Podrá decir al final de su camino, ahogándose en lavazas: ‘morí en mi ley’.

Querido Miguel, para despreciar con todo el rigor al miserable, la Elegía de Miguel Hernández es tu homenaje:

…Un manotazo duro, un golpe helado, un hachazo invisible y homicida, un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,

lloro mi desventura y sus conjuntos y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos, y sin calor de nadie y sin consuelo,

voy de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,

Temprano madrugó la madrugada,

Temprano está rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada, No perdono a la vida desatenta,

No perdono a la tierra ni a la nada…

11-08-25

Carlos H. Isaza

chisaza@yahoo.com

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