Su postura ha sido la de denostar y provocar a ese benefactor conformado por todos los contribuyentes colombianos. Y lo ha hecho, como Alcalde y Presidente, burlándose de las normas y queriendo destruirlas.
El desparpajo, la franqueza y el lenguaje soez caracterizaron parte del corto recorrido político del ingeniero civil Rodolfo Hernández (R.I.P.); fueron elemento vital de su meteórica y casi exitosa candidatura presidencial en 2022; muchos de los 10,5 millones de votos que obtuvo llegaron seducidos por ese carácter casi primario de su personalidad.
En uno de tantos episodios Hernández le dice a su asesora jurídica “Me limpio el culo con esa ley” cuando esta le insiste en que una orden suya era ilegal. Al igual que ese, muchos otros incidentes del exalcalde de Bucaramanga fueron aprovechados en masa por la campaña de Gustavo Petro para que los colombianos percibieran que en una presidencia de Hernández le ley sería pisoteada; contrario sensu, Petro hacía y hace derroche de presumida elocuencia, palabras rebuscadas y almibaradas, y se abstiene siempre de soltar alguna vulgaridad. Pero de lo que Petro nunca ha hecho gala, y cada día lo ratifica, es justamente de respetar las leyes.
Su anodino y oscuro paso por el M19 – del que pocos datos hay excepto su propia y fantaseada versión – fue el abrebocas de esa contradictoria relación con el estado de derecho. Alzarse en armas, en rebelión, es la materialización plena de esa animadversión hacia las normas. Se creería que, firmada la desmovilización en aras de la paz en 1990, Petro al igual que sus excompañeros aceptarían respetar las reglas comunes a todos los colombianos, más aún considerando que fueron protagonistas de primer orden para la nueva Constitución. La mayoría de los ex M19 así lo han hecho y, al igual que ha ocurrido con los ex EPL y ex FARC, ese Estado que despreciaban y querían tumbar ha sido su generoso empleador y proveedor de recursos.
Petro no, pese a que tiene el alto récord de ser el mayor beneficiario de esa democracia que sigue detestando y vilipendiando: personero, concejal, congresista por 19 años, “corbata” en la embajada en Bélgica, Alcalde de Bogotá y Presidente. Su postura ha sido la de denostar y provocar a ese benefactor conformado por todos los contribuyentes colombianos. Y lo ha hecho, como Alcalde y Presidente, burlándose de las normas y queriendo destruirlas.
Ahora está en la ruta no solo de seguirlas violando sino de pisotear la misma dignidad presidencial y la de los otros poderes. Esta semana el Consejo de Estado, con ponencia del muy respetado magistrado Martín Bermúdez, le dijo a Petro con claridad que una publicación suya en X no solo vulneró los derechos de una ciudadana inerme al llamarla “nazi, de extrema derecha” y equipararla con paramilitares, sino que “propició la agresión” de la jauría petrista hacia ella. “Tales pronunciamientos fomentan la violencia política y amenazan la integridad física y psicológica” de la accionante. Y le ordenó borrar el trino y presentarse excusas a la doctora Hanna Escobar.
Pues no. Un día después Petro volvió a la carga en un discurso: “El Consejo de Estado me pidió una retractación, pero equivocó algo que yo quiero aclarar. Hay nazis nazis y hay actitudes nazis, así la persona no sepa que es un nazi”.
De aquí a saltarse un articulito constitucional para prolongar su mandato falta muy poco.
Por Melquisedec Torres – @Melquisedec70
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