La Alpujarra, el broche de hojalata de la paz total


El censurable espectáculo montado en Medellín por Petro, con delincuentes sindicados como teloneros de sus agravios contra los antioqueños y sus mandatarios, merece algunas reflexiones más allá del grotesco espectáculo:

No fue un genuino esfuerzo para avanzar en «la paz urbana» como se le hizo creer a la opinión pública. Fue el aprovechamiento indebido y politiquero de unos peligrosos delincuentes como telón de fondo para ambientar dizque un dialogo público por la paz. Que ciertamente no lo era.

No fue más que un grotesco show, pues no constituye un esfuerzo plausible por la paz sacar furtivamente de la cárcel a unos criminales y presentarlos como validadores de un esfuerzo de paz.

¿Cómo pide el jefe de Estado a la Fiscalía que dizque les otorgue privilegios judiciales, cuando ni siquiera se ha expedido (por desidia culposa del actual gobierno) una ley de sometimiento?

¿Acaso no lleva ya dos años en diálogos socio- jurídicos con estos señores en la cárcel de Itagüí, sin poder mostrar hasta ahora ningún avance?

El irritante sainete de La Alpujarra es una prueba más (si es que hacía falta alguna adicional) del método improvisado y habilidoso -pero estéril- como este gobierno entiende que se deben adelantar los diálogos de paz con los grupos de alta peligrosidad.

Por eso es que estos diálogos socio jurídicos no han resultado en nada en Medellín, Buenaventura ni Quibdó. Negociar la paz es algo serio, que no es ciertamente presentarse en una tarima rodeado de peligrosos delincuentes.

El vergonzoso evento de La Alpujarra no fue otra cosa que un broche de hojalata de los fracasos continuados de la «paz total».

Claves jurídicas para entender la presencia de los teloneros de Itagüí en la tarima de Medellín:

Con los delincuentes de bandas urbanas se puede dialogar, así lo ha dicho la Corte Constitucional. Tal es la razón de las mesas de diálogo con las bandas urbanas organizadas en Medellín (cárcel de Itagüí), Buenaventura y Quibdó.

Pero dialogar NO significa que el Gobierno tenga facultades para otorgarles “beneficios legales” más generosos que los que la legislación criminal vigente autoriza.

En el discurso presidencial de la tarima de La Alpujarra se escucharon varias admoniciones solicitando ahincadamente a la Fiscal General que le otorgue “beneficios legales” a los criminales allí exhibidos.

Para que esto pudiera hacerse se necesita “imperiosamente” una Ley de sometimiento que autorice lo que el gobierno Petro está desesperado en otorgarle a los criminales urbanos: ventajas jurídicas ignotas y probablemente exageradas, no contempladas en este momento por la ley criminal.

Sin Ley de sometimiento esto es imposible. Dicha ley, por desidia o designio de este Gobierno, no se le ha presentado al Congreso, como corresponde.

En síntesis: el gobierno Petro está desesperado por entregarle a estos criminales generosos “beneficios legales” no autorizados en la ley vigente. Y por eso resolvió exhibirlos como rueda de presos en La Alpujarra.

Pero resulta que eso NO basta. Se necesita la llamada Ley de sometimiento previa, cuyo proyecto el gobierno Petro se ha cuidado en no presentarle al Congreso.

El show de La Alpujarra fue, entonces, un intento más de este Gobierno para pasarse por la faja al Congreso, arropándose en una peculiar forma de buscar la “paz urbana”. Paz que hasta el momento no tiene otra validación que la de los teloneros de Itagüí, en la tarima de La Alpujarra.

Viernes, 27 de Junio de 2025

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