La ley no grita cuando es violada

En los 1078 días que lleva este gobierno, no ha habido uno solo en el que no se haya violado deliberadamente la Constitución y la Ley, con frecuencia en materia gravísima, y rutinariamente en cada proyecto de ley, decreto, o con la conducta personal del gobernante. La ley no grita cuando es violada.

 

Nada ha pasado porque “la Ley no grita cuando es violada” (según Talleyrand, gran experto en la materia), y porque guardan silencio quienes deben gritar en su defensa: jefes políticos, congresistas, militares, fiscales, magistrados, periodistas. Muchos de ellos han estado sobornados, y otros, pusilánimes, han guardado “prudente” silencio, dejando la oposición solamente a un puñado de impotentes comentaristas patrióticos, al margen de los grandes medios.

 

La dirigencia política se limita a gruñir, muy de tarde en tarde, para contrarrestar los abusos de un gobierno que distrae la opinión con diarios escándalos grotescos (siendo el último y el peor, hasta ahora, el del pasado consejo de ministros, con todo y alocución del fantoche).

 

Los otros poderes son neutralizados con mermelada, mientras sus amigos armados controlan creciente parte del territorio, convertido en santuario de la hoja de coca…, cuando las Fuerzas Militares, además, son desmanteladas. Todo lo anterior, sin que griten las leyes.

 

Las buenas gentes, desinformadas por la tv y otros medios embadurnados o constreñidos, o ignoran la gravedad de la situación, o se resignan a padecerla, porque están huérfanas de líderes aguerridos en la conservación del Estado de Derecho.

 

Afortunadamente, la tragedia que vive el país está amenizada por la aparición de docenas de candidatos presidenciales espontáneos, sin votos ni rumbo.

 

Marchamos, entonces, hacia unas elecciones inciertas en todo sentido, porque el gobierno prepara el autogolpe para imponer una nueva Constitución por fuera de la Carta, que permita un modelo comicial madurista.

La ley no grita cuando es violada

El país, indudablemente, está polarizado entre un gobierno con “la voluntad de poder y la astucia táctica” de la que carecen los dirigentes políticos frente a una opinión desarticulada dispersa, atomizada y al garete, pero a la que se le dice que hay que confiar en la posible actuación in extremis de la mismas “sólidas instituciones”, que hasta ahora no han hecho nada para sostener el “imperio de la Ley”.

 

Ilustrativo el reciente episodio de una Corte-sana constitucional que priva al Consejo Nacional Electoral de la facultad de investigar al presidente, y de una Comisión de Acusaciones que se apresta a absolverlo, ¡porque delegó el manejo de la campaña en un señor, ignoró la procedencia de los fondos y la violación de los topes, sin actuación suya dolosa…!

 

Hace un mes, el asesinato frustrado del senador Uribe Turbay hizo descender sobre Colombia una cortina de silencia sobre todos los escándalos, mientras una Fiscalía de bolsillo, de manera diligente, va alejando de la planeación político-revolucionaria la responsabilidad del magnicidio, que se atribuye entonces a un grupúsculo guerrillero.

 

Si el próximo 28 de julio, el Dr. Uribe Vélez es sentenciado, ¿gritará la Ley por esa aterradora violación?

 

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Ya sabemos lo que Petro estuvo haciendo en Manta. ¿Por qué nadie le exige que nos presente la fotocopia del manuscrito de esas magistrales 30 páginas?