La tragedia del magnicidio de Miguel Uribe Turbay dejó a Colombia ante un vacío político y moral difícil de llenar. Sin embargo, su padre, Miguel Uribe Londoño, ha mostrado firmeza, entereza y verticalidad en sus pronunciamientos. Ha enviado mensajes claros, sin ambigüedades, que reafirman la vigencia absoluta de las ideas que defendió su hijo asesinado. Nadie puede llamarse a engaños: ese ideario sigue vivo, y alguien debe enarbolarlo.
El presidente Álvaro Uribe también fue claro en su mensaje del fin de semana: el partido debe establecer un diálogo inmediato con Miguel Uribe Londoño para definir el futuro de la carrera por la candidatura única del Centro Democrático. No se trata de un simple formalismo, sino de un imperativo político y moral. Si algo quedó demostrado tras el asesinato, es que el uribismo necesita unidad, liderazgo y una señal inequívoca de que no cede ante la violencia.
Hace pocos días, el doctor Luis Carlos Restrepo lo expresó de manera clara: «…Es de mínima justicia que los familiares de Miguel Uribe, y quienes acompañaban su precandidatura puedan nombrar a una persona que tome sus banderas…».
Nadie mejor que el propio padre del mártir para levantar esas banderas. Miguel Uribe Londoño, con la dignidad de quien ha sufrido en carne propia la barbarie, tiene la autoridad moral y política para representar lo que su hijo significaba. Distintas voces autorizadas de la política nacional, y particularmente dentro del Centro Democrático, han coincidido en señalar que su ingreso a la contienda no solo es legítimo, sino necesario.
En política, la generosidad se valora. Y los precandidatos actuales del Centro Democrático tienen la oportunidad de demostrar altura, entendiendo la nueva realidad y enviando un mensaje de contundencia al país: rodear a Miguel Uribe Londoño y facilitar su designación sin mayores procedimientos. Con ello, no solo se pondría fin a la inane controversia interna sobre la candidatura, sino que se daría oxígeno a la campaña, se le facilitaría la tarea al presidente Uribe y se enviaría una señal política de gran calado a toda la nación.
Con Uribe Londoño como candidato del Centro Democrático hay tiempo de sobra para construir los acuerdos políticos que se requieren. Se trata de avanzar hacia una coalición sólida con aspirantes afines como Abelardo De La Espriella y Juan Carlos Pinzón, así como con otras colectividades de oposición: el Partido Conservador, el Liberal, Cambio Radical y La U, entre otros. Todo ello con el objetivo de llegar fortalecidos a una consulta interpartidista en marzo de 2026 y de allí salir con un candidato capaz de imponerse en la primera vuelta de mayo.
En cualquier caso, es deber proteger y garantizar la vida de Uribe Londoño al que su valentía le está pasando factura. Petro ya lo tiene en su mira. Y todo el país sabe que los señalamientos contra el precandidato asesinado empezaron con los trinos del presidente de Colombia y culminaron con el abaleo en un parque de Bogotá.
La muerte de Miguel Uribe Turbay fue un intento por silenciar un ideario y destruir un proyecto. Convertir a Miguel Uribe Londoño en el candidato del uribismo es, al contrario, la manera más clara de demostrar que la violencia no dicta las reglas del juego. Es la oportunidad de transformar el dolor en fortaleza política y de enviar un mensaje inequívoco: las ideas no mueren a tiros.
Publicado: agosto 18 de 2025