Todo, en la política colombiana, está en modo condicional:

 

  • Si Petro desiste del autogolpe y la reelección (¿por enfermedad?, ¿por súbita conversión al orden constitucional?, ¿por órdenes del Politburó para que su desequilibrio mental no queme la revolución en la boca del horno?)…
  • Si hay elecciones libres, escrutinio limpio y respeto por los resultados…
  • Si las fuerzas democráticas se unen en torno a un gran candidato, capaz de ganar las elecciones…
  • Si se presenta un programa de verdadera reconstrucción nacional…
  • Si el orden público no se deteriora más…
  • Si será posible sufragar libremente en los centenares de municipios sometidos a las guerrillas y otras milicias narcopetristas…
  • Si no ocurren más magnicidios…
  • Si Maduro cae…

 

Desde luego, hay moderados motivos para el optimismo:

 

  • Por el sobrecogedor repudio del pueblo, manifestado multitudinariamente, con ocasión del asesinato de Miguel y el rechazo del juicio político estalinista contra el expresidente Uribe…
  • Por la debilidad del Pacto Histórico ocasionada por el desgobierno, la crisis de la salud, el retroceso de la economía, la inseguridad absoluta y la creciente e inocultable corrupción del régimen…
  • Por la liberación electoral del pueblo boliviano…
  • Por la posible caída de Maduro…
  • Por el amargo sabor que deja el socialismo destructor, representado en candidatos prontuariados, ineptos, depravados y exhibicionistas como su jefe…

 

Si en medio de este clima surge esa candidatura única, nacional e inspiradora, que el pueblo anhela, el triunfo electoral es posible

 

Pero si los comunistas, desesperados viendo un continente que se les escapa de las manos, hacen lo único que saben: mentir, tergiversar, matar, violar la ley, incendiar, destruir, robar, es posible que se queden en el poder, gústenos o no.

 

Por eso, no estamos en el momento de esperar con sincero pero ingenuo optimismo que todo saldrá bien y que falta ya muy poquito…

 

De manera que ahora, más que nunca antes, hay que prepararse diariamente para luchar, vivir y triunfar. Ese es un propósito exigente, que requiere dejar de lado los juegos políticos de salón y la estrategia de relumbrón mediático, que paraliza la acción eficaz.

 

La serpiente está viva. Acaba de asesinar a Miguel y de encarcelar al expresidente Uribe.

 

¿Hasta cuándo seguirá el país tolerando el espectáculo fétido, grotesco y lunático del poder, en lugar de exigir grandeza y eficacia a los dirigentes democráticos? Es verdad que hasta ahora han sido poca cosa, pero si no se sacuden y actúan patriótica, desinteresada y heroicamente, podríamos quedarnos con el optimismo, y el narco-castrismo, con el poder.

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Cuando Disraeli designó a Lord Salisbury para dirigir el Foreign Office, Gladstone dijo “No se sabía de nada comparable desde cuando Calígula nombró cónsul a su caballo Incitatus”… Pues bien, si nuestro Calígula tuviese un establo entero en lugar de su actual gabinete, estaríamos mejor…

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No falta poco: Cada día con Petro equivale a una semana de agonía.