Reinventar a Colombia

Reinventar a Colombia

 

Petro, quien retrasó al país no décadas sino siglos, nos dejará una enseñanza valiosa: a Colombia habrá que reinventarla. Reinventar a Colombia.

 

Colombia enfrenta ineficiencias estructurales: un sistema educativo desastroso, falta de independencia en el sistema judicial, un sistema de salud destruido, infraestructura deficiente, un sector privado desmoralizado y una arraigada cultura burocrática. Se perdió la confianza en lo público y en nuestras capacidades de superar el subdesarrollo.

 

David Osborne, quien entre otros muchos libros escribió “Reinventing Government”, lleva varias décadas estudiando las ineficiencias de los estados. Según Osborne se debe desvincular la “dirección” (diseño de políticas) de la “ejecución” (prestación de servicios), así las agencias del gobierno tendrían una mejor separación de funciones y se facilitarían las actividades de seguimiento y control. En Colombia son muchas las agencias del estado responsables del diseño e implementación de las políticas, esto genera ineficiencias e impide una sana rendición de cuentas.

 

Para Osborne la administrativa pública de muchos países se quedó con los sistemas piramidales y jerárquicos típicos de la era de la revolución industrial y no se han adaptado a los nuevos requerimientos de la era de la información, en que la descentralización y el empoderamiento son principios fundamentales, en esta nueva etapa que vive el mundo.

 

Los ministerios deberían mantener las responsabilidades de planificación de alto nivel, mientras otras agencias deberían ser responsables de la implementación. Por ejemplo, el Ministerio de Educación debería definir las metas educativas nacionales y las secretarías de educación departamentales serían responsables de implementar los programas. Las secretarías tendrían mayor autonomía, pero tendrían que rendir cuentas por su desempeño y el cumplimiento de objetivos.

 

Sistemas burocratizados como el colombiano premian la conformidad y la antigüedad, no el desempeño. Para Osborne los empleados públicos deben afrontar consecuencias reales, tanto positivas como negativas, por sus resultados.

 

El desempeño de las agencias responsables de la ejecución podría ser medido según el éxito de su trabajo: mejoras en las pruebas Saber 11 y en la tasa de graduación de bachilleres, o en los tiempos de duración de los procesos judiciales y en reducción de los fallos que son recurridos en segunda instancia. Es urgente acabar con la apatía e inercia de los empleados oficiales, motivarlos a mejorar sus resultados y compensarlos cuando lo logran.

 

Para el sector público colombiano los ciudadanos somos una carga y no un cliente a quien deben cuidar. Es hora de que los empleados públicos rindan cuentas a los ciudadanos y no a los políticos.

 

Todas las agencias del gobierno deberían estar obligadas a cumplir con “El Decálogo del Servicio al Ciudadano”, donde se debe establecer por ejemplo que las citas en hospitales públicos se deben dar en un plazo máximo de 7 días, o que la inscripción de una escritura pública en las Oficinas de Registro de Instrumentos Públicos no podrá tardar más de 10 días.

 

Las agencias nacionales acaparan el control, impidiendo a las agencias departamentales o municipales resolver los problemas locales. Este control fomenta la ineficiencia y la falta de compromiso. Se debe empoderar a quienes están más cerca de la atención del ciudadano.

 

Los directores de escuelas públicas y de hospitales locales deberían tener presupuestos concertados con la autoridad superior, ser sometidos a un estricto control presupuestal, medirles su cumplimiento de los programas de calidad y tener más libertad en la contratación. La descentralización debería ir acompañada de desarrollo de capacidades e infraestructura digital, que permita hacer un buen seguimiento.

 

El cambio más difícil es el cultural. Para Osborne las culturas burocráticas suelen generar miedo, apatía y aversión al riesgo. Colombia requiere con urgencia reescribir el ADN de los funcionarios públicos. Estos se deben capacitar en liderazgo, innovación y servicio al cliente y ser compensados por mejoras como agilidad en la asignación de citas, reducción de los tiempos de espera, reducción del papeleo, etc.

 

Entre las recomendaciones de Osborne está la de fomentar la participación de proveedores públicos y privados en servicios como la recolección de basuras, transporte público o servicios de internet, promoviendo así una sana competencia.

 

Colombia podría comenzar con programas piloto en los departamentos mejor preparados, como Cundinamarca o Antioquia, antes de escalarlos a otros departamentos.

 

Reformas como las anteriores, harían que Colombia mejorara su productividad, eliminara la pobreza y escalara 20 o 30 posiciones en el Reporte Global de Competitividad. Pero es necesario un compromiso continuado por al menos 20 años.

 

El Socialismo S. XXI latinoamericano y sus aliados internacionales llevan años trabajando a largo plazo en la destrucción de las instituciones y en obstaculizar mejoras en competitividad. Es la manera de asegurarse el poder. Mientras tanto los partidos políticos que defienden los valores democráticos son incapaces de pensar más allá de las próximas elecciones. Su incapacidad de pensar en grande y a largo plazo está facilitando la consolidación del Socialismo S. XXI.

 

La fórmula para mejorar en competitividad y eliminar la pobreza ya está inventada. Es hora de “Despetrificar” a Colombia y empezar a reinventarla.

 

 

21/07/2025
Ricardo Mejía Cano
Gerente de Saladejuntas Consultores

https://www.larepublica.co/analisis/ricardo-mejia-cano-3318666/reinventar-a-colombia-4184070

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