Según la RAE de la lengua, DESCARO significa: “Desvergüenza, Insolencia y Falta de respeto”. Asimismo, un DESCARADO es aquel “que habla u obra con descaro”.

 

El País está siendo sometido a un verdadero proceso de “Insolencia y Falta de respeto”, por parte del movimiento comunista que con las denominaciones de Pacto Histórico o de la Colombia Humana, con la representación del presidente Petro, accedió a la primera magistratura.

 

La especie de “aquelarre” realizado recientemente en el centro de la ciudad de Medellín, en la plazoleta de la Alpujarra, siendo un verdadero DESCARO, es otra demostración palpable de tal proceso.

 

Claramente, no era de extrañar, porque ya “se han vuelto paisaje” este tipo de manifestaciones por parte del primer mandatario.

 

Fuera de las acostumbradas movilizaciones de incautos, financiadas con el presupuesto nacional, agotado por demás, esta vez la claque de aduladores presidenciales, incurrió en una flagrante “Desvergüenza, Insolencia y Falta de respeto,” con la ciudad de Medellín y con la Nación entera, al invitar al evento a detenidos en las cárceles, delincuentes reconocidos, para rendirles un solapado apoyo, dizque en busca de la Paz Total. ¡Ya voy Toño!

 

Se presenta seguidamente, otra “muestra”, de los muchos “botones” existentes: Recientemente, la Iglesia Católica ha estado tratando de “mediar para bajar la tensión política”, y, según trascendió, fue así, como el cardenal primado de Colombia se reunió con el presidente para analizar la forma de moderar el lenguaje público para evitar confrontaciones. El testimonio gráfico de tal encuentro muestra al mandatario en una pose absolutamente displicente e irrespetuosa, actitud confirmada plenamente, con otro descaro presidencial, con la irrespetuosa llegada tradicionalmente tarde a la reunión pactada con la dirigencia nacional.

 

Y así por el estilo, el presidente irrespeta a todo aquel que ose asumir alguna posición en desacuerdo con la suya, y en forma, por demás cínica, manifiesta que se siente irrespetado.

 

Los últimos nombramientos en los altos cargos del gobierno, como el del ministro de justicia y el nuevo jefe de gabinete son nuevos DESCAROS protagonizados por el mandatario, quien persiste en su afán de mantenerse en el poder, ignorando su juramento de defender la institucionalidad y las leyes y, al mismo tiempo abusa, a la manera de Catilina, de la paciencia de la comunidad.

 

El nuevo ministro de justicia “fue puesto en su lugar” en un debate con un reconocido jurista, demostrando que, pese a sus capacidades innegables, su trayectoria no lo avala para ocupar la posición.

 

En cuanto al nuevo jefe de gabinete, se dice que el personaje actúa como un falso pastor cristiano, y, además, “ha pedido cerrar el Congreso y los medios”. Es evidente que, con los criterios (¿?) impuestos por el mandatario en muchos otros nombramientos, era esperable el arribo de este personaje.

 

El presidente también incurre repetidamente en desatinos descarados, cuando, por ejemplo, dice, muy demagógicamente, que “cualquier hijo de obrero puede ocupar una embajada” o cosa parecida, ignorando que los derechos implican también deberes, como el de la debida capacitación y la trayectoria inherentemente necesaria para el desempeño del cargo.

 

“Como estamos en Colombia, míster”, esta situación no es de extrañar. Así fue como un guerrillero terrorista y sedicioso llego a ocupar la Presidencia de la República, dejando la evidencia clara de que su trayectoria no lo permitía y, para colmo de males, se ha demostrado plenamente la ineptitud total del personaje para ocupar el cargo.

 

¡El que entendió, entendió!