La situación política y social de Colombia con la llegada al gobierno por la vía electoral de Gustavo Petro, exagitador del M-19, ha alterado radicalmente la política y el anarco socialismo penetra las entrañas del sistema. Es de recordar que en las elecciones presidenciales pasadas se representó una suerte de carnaval político, con la variopinta de candidatos que se disputaron el poder como en una piñata. Esa fue una mala señal para los partidos tradicionales, los cuales pese a su fuerza en el Congreso y en algunas alcaldías y gobernaciones, como en el gobierno central, estuvieron en las simpatías populares detrás de Rodolfo Hernández y de Gustavo Petro. Algunos analistas atribuyen esa rara fotografía política a los efectos de la pandemia que se vivió al final del gobierno de Iván Duque. En fin, lo cierto es que los candidatos del sistema estuvieron por debajo de las expectativas del electorado tradicional.
Por el contrario, cuando se efectúa en una reñida campaña electoral la elección de Iván Duque, al preguntar a la gente del común por quién pensaban votar, en su mayoría respondían: “por el que diga el presidente Uribe”, quien ya no ejercía la presidencia, pero el pueblo seguía confiando en él, pese a los dos mandatos consecutivos adversos de Juan Manuel Santos, que había hecho la famosa paz con las Farc, mediante múltiples concesiones, lo que permitió que algunos de sus comandantes se convirtieran, sin votos, en representantes del pueblo en el Congreso. Algo inédito y un muy mal ejemplo.
Con el tiempo se supo que la paz se había firmado con un sector de la Farc, no con todos. Así lo que acordaron fue un cambio de frente sobre la marcha: unos ingresaron a la política y otros siguieron en el monte. Lo mismo se repite en otras negociaciones. Quizá por una razón similar, pero invertida, cuando Belisario Betancur intenta negociar con los del M-19, en ocasión del asalto al Palacio de Justicia, los militares deciden desconectarse del gobernante y entrar a cañonazos al edificio. Es cuando se derrumba el esfuerzo por la paz y el gobierno por unas horas perdía el control del poder. Más los militares colombianos, en un acto conmovedor, resignan el mando en manos del gobierno democrático. Eso no alivia a los soldados de sus responsabilidades y varios de ellos son condenados.
Los atacantes del M-19 al Palacio de Justicia se acomodan al proceso de paz, coronan la impunidad e ingresan a la política. Es verdad que Pizarro resultó asesinado, más ninguno de los jefes del M-19, volvió a la lucha armada. Entre los mandos medios destacó Gustavo Petro, quien, tras ser cuestionado como alcalde de Bogotá, hace permanente campaña electoral por medio de sus debates en el Congreso. Sus contrarios intentaron silenciarlo, en tanto en la Corte Interamericana, el 8 de julio del 2020, le devuelven sus derechos políticos y lo hacen víctima.
Rodolfo Hernández, por entonces, para algunas gentes del pueblo era otra víctima de los politiqueros. Para otro sector del electorado, tenderle la mano a Petro era como fortalecer la democracia. Y los jóvenes decían: debemos dar la oportunidad del cambio a Petro. Eso impulsó su elección presidencial.
Hoy el electorado pareciera no tener preferencias de bulto por los candidatos de derecha, de izquierda o de centro, ni los mismos tienen garantías para hacer campaña. Así cuente el conservatismo con la primera votación al Congreso, los seguidores de Álvaro Uribe se mantengan firmes en la oposición y los liberales se dividan.
No estamos en Suiza. Faltan candidatos que representen la contrarrevolución y combatan los gravísimos atentados contra la democracia, la corrupción, la burla del sistema por parte del sector oficial. Se necesitan candidatos con un compromiso social de desarrollo, que defiendan la ley y el orden. La contrarrevolución conservadora sería alternativa si interpretara el sentir de las grandes masas que reclaman el imperio de la ley, abatir de raíz la corrupción y rescatar la soberanía nacional ausente en más de medio país. El que levante esa bandera expósita puede sacudir la opinión. Ese cambio comprende abolir el Régimen, tal como lo planteó el estadista Álvaro Gómez. Régimen que hoy es más fuerte que nunca.
Lunes, 28 de Julio de 2025
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