La única salida para frenar la expansión del cultivo de hoja de coca en Colombia es volver a la aspersión aérea de coca con glifosato.
La producción mundial de cocaína batió todos los récords históricos en 2023, con más de 3.700 toneladas métricas, 34% por encima del año anterior y cuatro veces el registro del nivel más bajo observado en 2014 de 902 toneladas métricas en esa época, las guerrillas de las Farc le exigieron al Gobierno colombiano la suspensión de la aspersión aérea de coca con glifosato, como una precondición para cerrar el acuerdo de paz.
El Consejo Nacional de Estupefacientes la prohibió en mayo de 2015, pese a que no existía -ni existe- restricción alguna impuesta a los cultivos comerciales de café, cereales, tubérculos, leguminosas, aceites vegetales, que requieren la aplicación de un herbicida como el glifosato para combatir eficazmente las malezas del trópico.
El incremento en la producción global de cocaína obedece a la expansión del cultivo de hoja de coca en Colombia, la concentración de la producción cocalera en zonas de elevado rendimiento y las mejoras en la productividad agronómica nacional implementadas desde entonces por los carteles mexicanos, que controlan la cadena de comercialización al por mayor de la cocaína nacional. Estudios econométricos confirman que hay una relación de causalidad directa entre la suspensión nacional de la aspersión de los cultivos ilícitos de coca con glifosato en 2015 y la explosiva evolución de la producción de hoja de coca colombiana observada desde ese año, escenario que le abrió el campo a la expansión del narcotráfico mundial y la consecuente, y potencial, conversión del país en una narcocrasia.
La ley de Say, formulada por el economista francés Jean Baptiste Say a principios del siglo XIX, asegura que la oferta crea su propia demanda. El mercado global de cocaína se rige por este postulado económico. Entre 2014 -cuando se inició al boom cocalero nacional- y 2023, se amplió de forma sostenida la oferta mundial del alcaloide en 370 por ciento, evolución que se tradujo en una multiplicación de la demanda -del consumo global-, que según la ONU, pasó de 17 millones de adictos en 2014 a 23 millones de consumidores en 2023, con un alza del 35 por ciento en el periodo.
Las elevadas incautaciones de cocaína de la última década comprueban que las aprehensiones no afectan la cadena de suministro del narcotráfico, que son descontadas a precios de cosecha, sin afectación para la propagación de los negocios ilícitos. La única salida es volver a la aspersión aérea de coca con glifosato.
Andrés Espinosa Fenwarth
Miembro del Consejo Directivo del ICP.
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