Sin desarrollo no hay dignidad

 

De acuerdo con la discusión sobre dignidad, negocios y migración de la semana pasada, no pude evitar reflexionar al respecto, y pensé que nada genera mayor dignidad que el trabajo. ¿Qué es la dignidad? Es un valor intrínseco que reconoce el respeto y la consideración que merece cada individuo por el simple hecho de ser humano. Se manifiesta en el reconocimiento de los derechos fundamentales y en la garantía de condiciones que permitan a las personas desarrollarse plenamente. Bajo este contexto, nada es más digno que acceder a un empleo que brinde estabilidad y bienestar.

La afirmación del presidente Gustavo Petro sobre la dignidad en el contexto del retorno de migrantes al país abre una discusión sobre lo que realmente implica ser tratado con dignidad. En su declaración, mencionó que el presidente Trump “cree que nos arrodillamos por la mercancía” y afirmó que “no somos como él, somos diferentes”, resaltando que “el progresismo ve las cosas diferentes: primero llegan sin esposas y luego hablamos de negocios”.

Sin embargo, la dignidad no puede reducirse a una dicotomía entre mercancías y derechos humanos. Se construye con hechos, con oportunidades que generen bienestar y desarrollo. Resulta contradictorio devolver a los connacionales que regresaban a su país de origen desde un lugar donde presuntamente eran maltratados. ¿No es también eso limitar su posibilidad de un trato digno?

Más allá del discurso, la dignidad de los colombianos se garantiza con empleo, seguridad, educación, salud, servicios públicos adecuados y oportunidades de crecimiento. Nada dignifica más que un trabajo formal. Son los bienes y servicios generados por las empresas los que ofrecen aprendizaje, crecimiento, ingresos y estabilidad. Cada producto exportado representa a un colombiano con trabajo y con una oportunidad de progreso. Y toda actividad económica representa ingresos para que el Estado funcione y lo retorne a sus ciudadanos en equidad y dignidad.

En Colombia, el sector privado es clave en este propósito: 84% del trabajo formal proviene de empresas privadas. Es decir, la mayoría de los colombianos con condiciones laborales justas dependen de un entorno empresarial dinámico y con oportunidades.

Si extrapolamos los empleos generados por sectores exportadores, encontramos que el de frutas genera 765.000 empleos directos y más de 1.800.000 indirectos; el café sustenta a más de 530.000 familias; textiles y confecciones aportan más de 660.000 empleos; y la industria manufacturera emplea a 2,5 millones de personas.

Y la lista continúa, evidenciando que el desarrollo productivo es clave para generar trabajo y, con ello, una vida digna para los colombianos. Estos datos confirman que la dignidad también está ligada a la estabilidad económica y al acceso a oportunidades sobre todo en un mercado gigante que tenemos a nuestro alcance, en condiciones favorables, y que ha sido el mayor socio comercial, el mayor inversor y cooperando en el último siglo.

La dignidad no se defiende con gestos simbólicos o declaraciones, sino con políticas que garanticen estabilidad, progreso y bienestar. Defender la dignidad de los colombianos significa fortalecer las bases de su desarrollo: darle viabilidad al sector privado, fomentar la inversión, impulsar el crecimiento empresarial y asegurar condiciones laborales justas.

María Claudia Lacouture

Presidenta de AmCham Colombia y Aliadas

https://www.larepublica.co/analisis/maria-claudia-lacouture-402341/sin-desarrollo-no-hay-dignidad-4057723

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