
Petro es un obcecado dispensador de indignaciones. Todas sus acciones se reflejan en indignación ciudadana. Pero el efecto de sus desvaríos ha llegado a límites insostenibles, al punto que el cambio que prometió se le está devolviendo en su contra hasta dentro de sus propias huestes y sus parlamentarios. Algo está cambiando en el Congreso. No se sabe bien si es por la cercanía de las elecciones regionales, o porque a los vendidos no les están entregando lo que les prometieron, o porque finalmente los congresistas se apercibieron que el país está aburrido de tanto desvarío, o porque los mismos militantes del propio petrismo reciben equívocas señales que no pueden interpretar ni digerir. El caso es que aquéllos expertos en el manejo de parlamentarios han venido resultando cada vez más inútiles en sus gestiones, y los proyectos de ley gubernamentales vienen fracasando, propio de una escasez de mística, aquélla abulia que Petro ha querido inocular en las Fuerzas Armadas parece se está presentando en las filas petristas, claro, en términos de eficiencia, porque en términos de cleptomanía la cosa anda exacerbada.
Empero, el presidente no desmaya ni en sus propósitos de eternizarse en el poder, ni en la verborrea, cada vez más desvariada. Santos, su asesor de cabecera, seguro le pide que se calme, que en el primer semestre del 25 alcanzará mayoría en la Corte Consitucional, y se le aprobará su decreto de excepción que le dará visto bueno a todas las locuras que pretende, borrón y cuenta nueva, única ruta para quedarse; mientras, que se quede ¡“quieto pa la foto”! y que sus enemigos continúen en la fantasía de elecciones presidenciales en el 26. Aunque parezca difícil que se quede quieto y que no la siga embarrando, el transcurrir del tiempo nos señala que estamos cada vez más cerca del abismo, aunque, menos mal, lo pone nervioso la elección de Trump, la gente que está anunciando como su equipo son tipos de armas tomar al igual que su jefe y, como el que las usa las imagina, ya se pinta intervenido con cualquier excusa, desde la coca hasta el bloqueo económico.
Es claro que Petro no dejará que lo derroten, y menos electoralmente. Sabe bien que un Petro derrotado sería blanco de todas las iras, le harían efectivas todas las acusaciones y las órdenes de captura se reproducirían cual verdolaga; los mismos que hoy figuran en los poderes judiciales como líderes pro Petro se le voltearían y serían los más vehementes; y, ante la perspectiva de un canazo perpetuo, y la conciencia de auto destrucción, se suicidaría cual Hitler. Petro hará lo que sea con tal de no ser el protagonista de semejante escena.
Coletilla navideña: Los mejores deseos de navidad y año nuevo para todos aquellos que se esfuerzan y hasta se sacrifican para que éstas líneas se divulguen entre la godarria y la gente sensata y de bien. Ovación para ellos. No es tarea nada fácil, pero se vuelve indispensable en la defensa del país, y de las buenas costumbres. Hay que rezar y pedir que aparezca la figura goda que aglutine a tanto ego desorientado, y tome las riendas para que recuperemos la senda que nunca debimos perder. Aún hay tiempo.
18/12/2024 | Por: Roberto Zabaraín | rzabarainm@hotmail.com
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