A marchar – No se puede desfallecer en acudir a este mecanismo democrático.

Terminó el primer año de la legislatura este 20 de junio, en medio de multitudinarias marchas con miles y miles de ciudadanos que salieron a las calles a expresar su rechazo al paquete de reformas del gobierno del cambio. A manifestar su preocupación por el camino incierto que hemos tomado, por las políticas públicas del Presidente y por sus permanentes y desafiantes anuncios en momentos en que el país sufre los impactos de la recesión, la inflación, el desempleo y la parálisis del sector productivo.

El pasado 20 no marcharon ni la CUT, ni Fecode, ni la USO ni la dirigencia sindical experta en protestar y movilizar a sus afiliados en pro de sus reivindicaciones y demandas desmedidas. Tampoco vimos a funcionarios públicos, a profesores y estudiantes del Sena. Los que sí caminaron fueron centenares de miles de personas que en forma libre y espontánea salieron a confirmar lo que ya indicaban las encuestas: que la gran mayoría de colombianos desaprueban la gestión de este gobierno y no comparten el rumbo que está tomando el país.

Miles de ciudadanos salieron a expresar que no creen que la reforma de la salud vaya a mejorar nada, que no quieren que se acaben las EPS, ni el sistema de aseguramiento ni la libre elección del paciente. Que son conscientes de que esta reforma constituye un retroceso de 30 años y que no quieren someterse a un sistema totalmente estatizado y politizado.

Salieron también a decir que la reforma laboral solo privilegia a menos del 5 % de trabajadores sindicalizados, que esa propuesta no les sirve a los más de 10 millones de colombianos que trabajan en la informalidad y a los 4 millones que se encuentran desempleados. Y también a oponerse a los cambios propuestos al régimen de pensiones, pues aparte de ser insostenibles convertirán sus ahorros de toda una vida en plata de bolsillo del Gobierno.

También salieron a manifestar su rechazo al proyecto de ley de sometimiento y al de política criminal y penitenciaria que pondrá en la calle a miles de delincuentes, comenzando por los de la temible primera línea, que ahora reclama el cumplimiento de los compromisos adquiridos en la campaña electoral.

Se movilizaron en contra de la aprobación del consumo de drogas recreativas que rechaza el 90 % de las familias colombianas. Gracias a esta manifestación ciudadana se hundió en último debate este proyecto en la noche del mismo día 20. De tal forma que el proyecto del “cacho” le vino a hacer compañía al también hundido, en buena hora, de la reforma política, con la cual pretendían cooptar a los partidos de oposición. Era tan vergonzosa la iniciativa que al final todos negaron la paternidad de esta.

También se cayó la creación de una nueva sala en la Corte Suprema en la cual el Gobierno pretendía designar a todos los nuevos magistrados con el propósito último de alterar las mayorías dentro de esta. Igualmente, se negó la creación de una nueva corte rural y agraria.

¿Que si las marchas tienen consecuencias políticas? Claro, y muy importantes. Todo indica que pesaron mucho en el hundimiento de todos estos nefastos proyectos. Los congresistas no fueron indiferentes ante esta expresión ciudadana, sobre todo ‘ad portas’ de unas elecciones. Por eso no se puede desfallecer en acudir a este mecanismo democrático. Nos alienta saber que las marchas cada día serán más concurridas y más informadas, y ojalá así ocurra por el bien de nuestra democracia, de la independencia de poderes y del Estado de derecho. Aquí nadie puede ser un testigo indiferente.

Como ya es natural, el Gobierno salió a desconocerlas y minimizarlas, por no decir despreciarlas. Pero ya veremos en las elecciones de octubre si seguirán pensando lo mismo cuando este rechazo masivo se exprese ya no en las calles, sino en las urnas.

Por lo pronto, la prueba de que las marchas sí les preocuparon es que prefirieron limitar la convocatoria a extras a la adición presupuestal y a un tema de asambleas departamentales. El ambiente político, lo sabe Petro muy bien, no está para volver a exponer ahora sus impopulares reformas a una derrota anunciada. Presentarán nuevamente el paquetazo en julio. Su soberbia les impide escuchar el clamor ciudadano. Pero se van a encontrar cada vez más solos, mucho más de lo que imaginan. Y como cada día trae su afán, ya veremos en qué quedan todas estas amenazas.

GERMÁN VARGAS LLERAS

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