El Presidente Bolsonaro asegura que su agenda de privatización “continua a todo vapor” y se propone concluir una de las privatizaciones más importantes para el país. Se busca instalar un sistema de capitalización para la empresa, y su total transferencia al sector privado.
Después de un año con emergencia fiscal y gastos extraordinarios por la pandemia, Brasil apunta a continuar el sendero reformista que había sido detenido en el 2020.
Jair Bolsonaro ahora pisa el acelerador e impulsa la privatización total de Eletrobras, la empresa eléctrica más importante de Brasil y una de las más grandes en toda la región, que actualmente está en manos del Estado.
El Presidente Bolsonaro entregó su proyecto al Congreso brasileño, buscando el respaldo político necesario para lograr una de las privatizaciones más importantes en lo que va de su gestión.
El rumbo económico es claro: reducir el tamaño del Estado en la economía, desregular, y privatizar.
El proyecto incluye instaurar un sistema de capitalización en el cual Eletrobras pueda entrar en las ofertas bursátiles de la Bolsa de valores de Sao Paulo, y concretar la transferencia a manos privadas.
Este proceso de capitalización permitirá que accionistas privados puedan adquirir rápidamente el control de la gigante eléctrica, y supondría la desregulación tarifaria que regía en este sector desde hace décadas.
Si bien los mercados no vieron con buenos ojos la sustitución del presidente de Petrobras, después de un polémico aumento en el precio de los combustibles aun cuando la empresa había sido exenta de pagar ciertos impuestos, Bolsonaro busca dar un nuevo shock de confianza para demostrar la continuidad de su agenda económica.
La vuelta a la agenda privatizadora, la apertura de la economía y la independencia del Banco Central fueron señales muy fuertes hacia los mercados, y se espera un rápido retorno en el nivel de confianza para Brasil.
Ya desde el 2019, Brasil se convirtió en el principal destino de la inversión extranjera en Sudamérica. El proyecto de Bolsonaro se propone concretar todo aquello que la administración de Temer no pudo, y sacarle un gran costo financiero que se trasladaba permanentemente a la sociedad brasileña.
Los mercados ya adelantaron su optimismo por la privatización. Este martes, la plaza bursátil de Brasil cerró con fuertes subas, principalmente impulsada por un alza importante en las acciones de Eletrobras.
Además, y aun con las críticas sobre los cambios en Petrobras, la empresa logró recuperarse de su shock bursátil y regeneró su confianza. Bolsonaro volvió a transmitir señales contundentes, asegurando que el objetivo no es dirigir la economía sino liberarla y desregularla.
Por su parte, el ministro de Economía Paulo Guedes aseguró que la agenda de las privatizaciones sigue en pie, y tomará un fuerte impulso este año. Los anuncios fueron suficientes para mantener las expectativas de los inversores, que vuelven a ver a Brasil con buenos ojos.
El Ministro de Economía explicó que este año se buscará, en primera instancia, corregir el desequilibrio fiscal. El cuarto trimestre de 2020 cerró con un déficit del 13,5% del PBI, y Guedes impulsará un programa de total austeridad fiscal para recuperar la solvencia.
Las privatizaciones, por lo tanto, cumplen dos funciones dentro del programa económico de Brasil: reducir los gastos del Estado y generar un nivel de confianza atractivo para el desarrollo de la inversión privada.
Este plan no sólo libera de enormes gastos al gobierno federal, si no que también mejorará el servicio, asegurará un flujo de inversiones de capital y permitirá la modernización del sistema. Esto, junto a un mercado de precios flexibles y la quita de impuestos, logrará que las tarifas se mantengan controladas sin intervenir el mercado.
La Derecha Diario, 24/02/2021