
Hasta ahora me va quedando claro en todo el episodio Abudinen que:
1. La ministra tenía en su despacho un funcionario que a la vez era el apoderado del consorcio que se quedó con el contrato (Centros Poblados). Abudinen lo negó, pero luego tuvo que admitirlo.
2. Dos semanas después de que se abrió la licitación, al menos dos de las firmas que conforman Centros Poblados cambiaron su objeto de negocio para adecuarlo con los requerimientos de los pliegos.
3. Quince días antes del primer desembolso de los 70 mil millones como anticipo a Centros Poblados, la red de veeduría ciudadana le escribió a la Ministra para alertarla de que detrás de ese consorcio estaba el cartel de la contratación (Emilio Tapia y el exgobernador Cruz). Ella hizo caso omiso.
4. La firma contratada para hacer la auditoría del contrato, a la que se le pagaron 19 mil quinientos millones por eso, no tenía experiencia en internet, solo en cosmética y otros campos. Fue a esta auditoría a la que se le pasaron los certificados adulterados y otros papeles fraudulentos. de
5. Con solo pagar seis mil pesos en la Cámara de Comercio por un simple certificado, Abudinen hubiera podido enterarse de que solo una de las firmas de las cuatro que conformaron Centros Poblados había trabajado en internet. Las demás habían hecho carreteras, instalaciones deportivas, distritos de riego. Y con solo entrar a internet, hubiera visto que varios de ellos no cumplieron con esos trabajos y terminaron investigados y sancionados. Ella afirmó sin sonrojarse que no tenía cómo saberlo.
Es ridículo, ofensivo, insultante, que ahora se presente como víctima en su buena fe. Un ministro de estado no puede tener buena fe, debe tener abogados, investigadores, auditores, y suspicacias si no para defender el erario público, al menos para no terminar empapelado.
6. El sinvergüenza y pequeño presidente no la va a sacar, ni ella se va a ir porque detrás está toda la mafia que sustenta su gobierno.
7. A pesar del rigor con que está consiguiendo evidencias el partido Verde, y la contundencia de las pruebas, el Congreso no le va a votar moción de censura este viernes, porque el poder legislativo también hace parte sustancial de todo ese entramado putrefacto que sustenta un sistema tambaleante solo sostenido hoy por la represión policial y la inoperancia de los sistemas de control.
Solo nos queda seguir trinando en redes, gritándoles «corruptos», «miserables», minando su poder y drenando nuestra rabia. A ver si el año entrante podemos darles la patada final.
Enviado por Jorge Escobar Restrepo, 01/09/2021