A sólo 10 días de la primera vuelta electoral para elegir Presidente, no se percibe en la opinión de los colombianos una clara conciencia de lo que en esa fecha se juega el país.
Para una gran parte de los compatriotas, aunque sea doloroso reconocerlo, el tema de las elecciones no es de su agrado o los tiene sin cuidado. Prefieren que otros sean los que resuelvan por ellos, ignorando que cuando llegue el desastre no tendrán a quien acudir.
Desde hace varias décadas entregamos la educación de nuestros niños y jóvenes a la izquierda radical. No sólo en las universidades sino también a través de los maestros del sindicato comunista de Fecode. Ahora tenemos adictos al” marxismo cultural” en todos los estamentos y un semillero de vándalos para las protestas callejeras.
El establecimiento, por su parte, parece que está reaccionando a última hora apoyando la alternativa que representa la defensa de la democracia, las libertades individuales y el derecho a la propiedad privada, frente a la propuesta que abriría el camino a un narco-estado totalitario y comunista. Es una tardía respuesta, después de su connivencia con la entrega del país a las Farc a través del infame acuerdo de La Habana y del acompañamiento brindado al expresidente Santos en el desmoronamiento del país.
Mientras los candidatos y dirigentes políticos batallan por acceder al poder ejecutivo, ya desde hace años las decisiones son adoptadas por una sesgada “dictadura de la toga” que continuamente invade la órbita de las otras ramas del poder. Gran parte del Congreso quedará en las manos de una coalición de fuerzas de izquierda, lograda por el monumental fraude perpetrado el pasado 13 de mayo, y complementada con las curules que le fueron obsequiadas a cambio de nada en el funesto pacto Santos-Timochenko.
La falta de una acción contundente para erradicar el narcotráfico, ha permitido que los cultivos ilícitos se cuadrupliquen a partir del pacto del farc-santismo, y que el poder de los “capos” gane terreno en casi todo el territorio nacional , hasta el extremo de que la fuerza pública sea secuestrada impunemente por un grupo de sembradores de coca.
Para mayor vergüenza, las elecciones se cumplirán en medio del peor escándalo electoral de toda nuestra historia, en el que se evidenció un gigantesco fraude, el desconocimiento de los derechos electorales, y la indiferencia del alto gobierno, las Cortes y los organismos de control que decidieron no repetir el conteo de votos, ni revisar la irregular adjudicación del manejo electoral a firmas cuestionadas, ni separar de sus cargos a los responsables.
La esperanza es lo último que se pierde, reza el refrán. Pero cuando se han subvertido todos los principios morales, éticos y jurídicos para instalar la combinación de todas las formas de lucha como práctica común, todo parece perdido. La toma del poder viene determinada por el podrido aparato electoral, la insensatez de nuestros gobernantes , la inoperancia de la Justicia y de los órganos de control, el poder corruptor de las inmensas fortunas del narcotráfico, el terrorismo que impone su ley en muchas zonas del país, la complicidad de venales orientadores de opinión, la confabulación del “mamertismo” internacional dirigido por el Foro de Sao Paulo, y el discurso populista que reciben las ingenuas masas como bálsamo para sus ancestrales carencias.
Preparémonos desde ahora para lo peor. No hicimos a tiempo la tarea. Ya es demasiado tarde.
Luis Alfonso García Carmona, Presidente de Alianza Reconstrucción Colombia