Del repaso de los acontecimientos que culminaron con el golpe de estado cometido ante la faz mundial por la dictadura venezolana, sólo queda una desoladora expectativa para los colombianos que nos preocupa el inmediato futuro de nuestra nación.
Siento en el alma no compartir las esperanzas manifestadas por muchos que todavía siguen creyendo en la cercana caída del régimen tiránico de Maduro. No va a haber intervención militar internacional como piensan ingenuamente algunos, ni Trump se lanzará a un conflicto mundial para devolver la democracia a Venezuela, no seamos ilusos.
Para Colombia las cábalas no son mejores. En Venezuela, a pesar de contar con un fuerte movimiento opositor que logró derrotar al dictatorial régimen en las elecciones, el comunismo —como acostumbra hacerlo— simple y llanamente se robó las elecciones y protagonizó una pantomima con sus más serviles allegados para continuar aferrado fraudulentamente al poder. En Colombia, ni siquiera existe oposición. El guerrillero-presidente gobierna a sus anchas comprando conciencias para que le aprueben sus proyectos de ley y empantanen la investigación en su contra por violación de los topes financieros de la campaña.
Ya consiguió que le nombraran Fiscal General de bolsillo y seguirá utilizando el apalancamiento del dinero, de los contratos y privilegios, para extender su dañina influencia a todas las ramas del poder.
Decapitó la cúpula militar para neutralizar cualquier intento de las Fuerzas Armadas, actuarán de conformidad con la naturaleza de sus funciones, restableciendo el orden constitucional que a diario viola.
La clase política se encuentra comprometida a mantener en el poder al sátrapa y, por esa razón, niega su apoyo al juicio político que pudiera lograr la separación del guerrillero que ocupa la Presidencia. Mientras tanto, simulan estar contra el gobierno perifoneando toda clase de inanes insultos para cazar votos.
De los empresarios mejor no hablar. Algunos ya están patrocinando colectivos de izquierda que en Medellín expresan su visceral odio con grafitis. Otros se declaran “de centro” para quedar bien con todos y no comprometerse con nadie.
Ahora todos felices se aprestan para otra farsa electoral, si es que acaso el sátrapa lo permite. El resultado, si las hay, será como el de Venezuela. Ya está preparada la segunda edición del fraude, ensayado con éxito en el 2022, y se elegirá a Petro, o a quien éste designe, para continuar el experimento del “socialismo del Siglo XXI”.
¿Quién o qué podrá salvarnos de esta hecatombe anunciada? Nosotros mismos somos la solución, nadie más.
¿Con cuál ayuda contamos? Como dice Jacques Maritain: “un único principio de liberación, un único principio de esperanza, un único principio de paz, puede levantar la masa de la iniquidad y de la maldad y triunfar sobre ella, porque ese principio desciende a nosotros desde la fuente creadora del mundo y es más fuerte que el mundo: el amor fraternal, del que el Evangelio ha promulgado la ley, para escándalo de los poderosos y que es, como bien sabe el cristiano, la caridad misma de Dios difundida en los corazones.”
Y, ¿cómo podemos alcanzarlo? La fórmula es sencilla:
- Seamos conscientes de que la lucha que libramos es definitiva: ¿Queremos comunismo o una civilización con valores cristianos y democráticos?
- No escojamos a la ligera quién nos puede guiar en la batalla. Pensemos en un líder con principios morales, con carácter para defenderlos, sin compromisos con la vieja y corrupta política y dispuesto a dar la batalla.
- No esperemos que otros defiendan nuestras libertades y derechos. Cada uno de nosotros debe convertirse en un jefe de esta campaña con un propósito nacional: Salvar a Colombia del comunismo y trabajar por el Bien Común de todos los colombianos.
16/01/2025 | Por: Luis Alfonso García Carmona
https://lalinternaazul2.wordpress.com/2025/01/16/desoladora-expectativa/