El desorden de plata de Petro

Estamos frente a un gobierno que cuenta con los mayores presupuestos de la historia y aún así, de manera inexplicable, está con el agua al cuello y no paga sus deudas.

En mayo de 2018, Gustavo Petro se vio contra las cuerdas porque era el único de los candidatos presidenciales de ese momento que no había presentado al público su declaración de renta. Las críticas crecían cada día más, hasta que por fin el 23 de mayo de ese año, Petro mostró su declaración en un video que dejó varios interrogantes. En ese momento se supo que no había declarado los impuestos el día que le tocaba, el 24 de agosto de 2017, sino nueve meses después, cuando la opinión pública comenzó a cuestionarlo. De hecho, debió pagar una sanción económica significativa por la demora.

Y otro dato aún más curioso, Petro pagó $1,8 millones en impuestos, más la sanción de casi $900.000, pero si hubiera presentado a tiempo su declaración habría recibido una devolución de $15 millones por retenciones. Sin duda, el talento del hoy presidente no es el de hacer rendir el dinero.

Ese desorden en el manejo de las finanzas personales no es por supuesto exclusivo de Petro (en promedio 7% presentan de manera extemporánea la declaración de renta), pero viene a cuento porque cuando ese desorden se amplifica al nivel del Estado produce impactos en las finanzas públicas. Como en efecto está ocurriendo.

El ministro de Hacienda, Diego Guevara, reconoció que el hueco fiscal al cierre del 2024 fue más grande de lo previsto, una verdadera tronera, y que llegó a 6,8% del PIB. En otras palabras, el gobierno de Petro se gastó 115,4 billones de pesos más de los que recogió. Si uno lo piensa detenidamente es una barbaridad: equivale a casi seis reformas tributarias de las que quiso que le aprobara el Congreso a finales del año pasado. ¿Y por qué se descuadró de esa manera? Entre otras cosas porque recogió menos impuestos ($18,6 billones) que los de 2023, porque aumentó los gastos ($31,3 billones) y aumentó la deuda del 53,8% al 60% del PIB.

Aunque es de rutina que tengamos déficits, lo que llama la atención es que el del 2024 fue casi el doble del reportado en 2023, de 3,2%.

Y aparecen más nubarrones cuando expertos y el Comité Autónomo de la Regla Fiscal (Carf) dejan entrever que el Gobierno no habría cumplido la regla fiscal que fija unos límites para el endeudamiento y el gasto de la nación. Y si no se cumple manda señales negativas al mercado, los inversionistas y las calificadoras de riesgo, que castigan a Colombia con mayores tasas de interés y mala nota.

Lo que es peor aún, el Gobierno estaría tratando de ocultar que se rajó en la materia. Un informe publicado en EL COLOMBIANO, con base en las actas del Consejo Superior de Política Fiscal (Confis), reveló cómo se hicieron ajustes o piruetas contables para ello. Una parte del excesivo gasto se maquilló como Transacciones de Única Vez (TUV), para dar la apariencia de que sí cumplió con la regla fiscal.

El gobierno Petro sigue despelotado en gastos y, para el 2025, está haciendo de nuevo cuentas alegres: jura que va a recaudar $55 billones más de impuestos (de $244 billones, según el Gobierno, subirán este año a $300 billones). ¿De dónde saldrán semejantes recursos con un crecimiento económico tan lánguido?

Y el problema es que sobre esa cifra, Petro hace sus cuentas de gastos. El Comité de la Regla Fiscal dice que para evitar un nuevo incumplimiento se necesita este año un recorte de gasto de por lo menos 40 billones de pesos. Pero expertos señalan que se necesitará echar tijera a 75 billones de pesos, es decir, el 14% del presupuesto de este año.

¿Cuál es la alternativa? ¿Impuestos o deuda? Paradójicamente el gobierno “progresista” pasará a la historia como el que más impuestos habrá puesto o intentado poner a los colombianos.

En 2022, logró aprobar una de las más ambiciosas reformas tributarias para recaudar $20 billones anuales, con los alimentos ultraprocesados, al sector minero energético, las ganancias ocasionales, los dividendos, sobretasas a las hidroeléctricas y al sector financiero y menores exenciones a los trabajadores, entre otros.

En 2024 radicó una segunda reforma para recaudar $12 billones con otra alza a las ganancias ocasionales, ampliar la base de contribuyentes del impuesto al patrimonio, IVA del 19% a los juegos de suerte y azar en línea, y gravar más a petroleras y carboneras. Pero el proyecto se hundió.

Ahora, con la conmoción interior por el Catatumbo, se vino con otra tanda de impuestos para recaudar por lo menos tres billones con una tarifa adicional del 1% en el impuesto de timbre, el IVA del 19% a los juegos de suerte y azar en línea y un gravamen a las exportaciones de carbón y petróleo.

Y, ahora, nos vuelven a sorprender con la tercera carga tributaria en menos de tres años, que hará permanentes los impuestos de la conmoción interior y buscará un recaudo adicional de al menos $12 billones.

No nos cansaremos de insistir: estamos frente a un gobierno que cuenta con los mayores presupuestos de la historia y aún así, de manera inexplicable, está con el agua al cuello y no paga sus deudas, ni las que tiene para garantizar la salud, ni para proveer la energía a los estratos populares, entre otros. Y menos aún se entiende que el Gobierno les pida más sacrificios a los colombianos cuando todos ven cómo desperdician la plata pagándoles a influenciadores y bodegas de redes sociales, haciendo conciertos, destinando recursos a un ministerio que no arrancó, como el de la Igualdad, y en viajes exóticos a Dubai y a los Emiratos Árabes.

Por: Editorial El Colombiano – Redacción

https://www.elcolombiano.com/opinion/editoriales/el-desorden-de-plata-de-petro-BA26620375

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