Gustavo Petro ha decidido lanzarse de cabeza en una desenfrenada y absurda tormenta de locura.
Impone la ejecución de disparates en todos los programas del gobierno, cuya aplicación no puede generar un resultado diferente al caos y a la destrucción de todo lo que funciona. Estamos hartos de saber que este gobierno no soluciona ninguno de los graves problemas que existen, porque lo único que pretende es destruir todo a su paso.
Acusaciones alucinantes
Las acusaciones que Petro viene lanzando a diestra y siniestra son sencillamente alucinantes. Tienen por objetivo radicalizar su discurso hasta los extremos delirantes del más puro marxismo, imaginando amenazas de muerte y golpes de estado realizados por los que están en desacuerdo con su gobierno.
El presidente sabe que el 80% de los colombianos lo desprecia, al igual que a su corte pretoriana de ideólogos alucinados; y que el apoyo del 20% restante corresponde a una minoría que en realidad no tiene opinión, porque está sobornada por los numerosos subsidios, empleos y beneficios que recibe del Estado.
En medio de este escenario adverso el presidente se va lanza en ristre contra las mujeres periodistas, acusándolas de ser “muñecas de la mafia”, porque según él solo informan mentiras y están al servicio de los millonarios dueños de los medios de comunicación.
Afirmaciones infames y ofensivas contra la dignidad de la mujer, contra el periodismo y contra la libertad de prensa. El presidente sabe que esa abominable expresión fue inventada por uno de sus pupilos predilectos, que ocupa uno de los cargos más importantes del gobierno. La única experiencia profesional de ese sujeto consiste en escribir narconovelas de basura, con las cuales ha hecho un inmenso daño moral, pues promueven la prostitución de la mujer, de las instituciones y de la justicia, ante el poder depredador de las mafias del narcotráfico.
Paradójicamente, los grandes difusores de esa escoria literaria son precisamente los medios de comunicación que pertenecen a la oligarquía que el presidente tanto desprecia, pues llevan décadas divulgando sus novelas que hacen la apología de lo más corrompido que ha generado nuestra sociedad.
Las verdaderas “muñecas de la mafia”
Si el presidente quisiera identificar a las verdaderas “muñecas de la mafia” debería hacerlo entre sus ministros, embajadores y encumbrados funcionarios del gobierno.
Estos personajes siniestros, salidos de los más diversos antros de inmoralidad, son una parodia ridícula de las verdaderas élites nacionales, que aprovechan sus cargos para los más infames actos de corrupción que se han visto en la historia de Colombia. Y poco importa que las “muñecas de la mafia” sean hombres, pues como ellos son adalides de la ideología de género, del travestismo y del libertinaje homosexual, que sean hombres o mujeres es lo mismo.
Las amenazas y bravuconadas presidenciales también tienen como blanco a las autoridades judiciales que investigan la obscura y fraudulenta financiación mafiosa de su campaña presidencial. Acusa a los fiscales que investigan los hechos y al Consejo Nacional Electoral (CNE), de integrar una mafia que lo quiere matar.
No podía faltar el Congreso de la República como blanco de sus agresiones, pues acusa a sus integrantes de querer darle un “golpe de estado”, al negarse a aprobar sus disparatadas y destructoras reformas, a pesar de haberles enviado a algunos de ellos unas cuantas maletas llenas de dinero. Entonces, anuncia que si ahora no las aprueban, se desatará una ola de violencia terrorista mayor a la que vivimos recientemente, lo cual es muy creíble, pues él mismo ha sido el promotor de esa violencia en el pasado.
Amenaza también con lanzar sus “primeras líneas”, abanderadas por la Universidad Nacional, para que exijan el cambio radical de la Constitución, de tal forma que pueda aferrarse al poder como dictador vitalicio, al estilo de Castro, Maduro, Chávez y Ortega.
Entre las muchas otras locuras recientes, Petro propone que el Banco de la República emita una cantidad aproximada a los 300 billones de pesos, equivalentes a un año del presupuesto nacional, para acabar con la pobreza y reactivar la economía. Hasta los economistas más ignorantes saben que una medida así destruye por completo la economía, dispara la inflación y empobrece a todos.
Finalmente, el gobierno empodera a los indígenas para que se conviertan en la punta de lanza de la revolución social, de las invasiones, de los bloqueos de carreteras y la destrucción de la verdadera Colombia, que es la que trabaja, produce y resuelve de verdad los problemas sociales.
El País exige el juicio político al presidente
Este es el panorama traumático del País, cuya única solución, porque no hay otra, es la aplicación del artículo 109 de la Constitución, por medio del cual el Congreso de la República debe iniciar cuanto antes el juicio político al presidente para destituirlo por indignidad. Solo así se restaurará el honor de la Nación, apartando del cargo a quien no tiene las condiciones mentales, morales e intelectuales para dirigirla.
Mientras se agrava esta pesadilla, se agota la gasolina para los aviones, se anuncia la escasez del gas domiciliario para fin de año, disminuye la producción de petróleo, se evaporan las utilidades de Ecopetrol, colapsa el suministro de energía eléctrica en la costa caribe y se acaba el agua para los 10 millones de habitantes de Bogotá y las ciudades vecinas.
Simultáneamente, su embajador estrella en Europa, que es un drogadicto, borracho y ladrón consumado, fue detenido por la policía española por intentar matar a su esposa con un cuchillo de cocina, mientras que varios de sus otros embajadores son procesados por actos de corrupción.
¡Colombianos: ahí tienen el cambio anunciado! Como ven, aquello de vivir sabroso se aplica apenas a la camarilla de ladrones que nos gobiernan, mientras que el resto del país se sumerge en el caos y en la miseria
15/09/2024 | Por Eugenio Trujillo Villegas | Director: Sociedad Colombiana Tradición y Acción | trujillo.eugenio@gmail.com
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