
Este país plagado de ingenuos e incautos se traga todas las burbujas que lanza Petro, y hasta discuten y pontifican alrededor de ellas. Nada que aprenden que el guerrillero presidente actúa subrepticiamente asesorado por su mentor Santos, rey de la tramoya y campeón de la tacada a varias bandas. La tal Consulta Popular es una artimaña más en su misión distractora: No la habrá, pues prevé que el Congreso se la va a bombardear y, en concordancia con su estilo, protestará, vociferará que no lo dejan gobernar, y le echará las culpas a los parlamentarios acusándolos que actúan contra la gente.
Es apenas obvio que por mucho chocorazo que arme, por mucha trampa que le aseguren que en la Registraduría puede hacer, de ninguna manera va a someterse a un proceso electoral en el que siempre saldrá perdedor. Sobre todo en éste, que tiene que cumplir umbrales y otras condiciones tremendamente improbables. Los consuetudinarios opinadores sostienen que lo hace para contarse, para preparar las elecciones parlamentarias, en fin, le atribuyen a la iniciativa propósitos que nunca han cruzado por la mente de Petro, y menos por la de Benedetti, quien sabe mucho de política. El caso es que ni habrá consulta, ni tampoco elecciones presidenciales. Su propósito es crear el caos que abra camino a su continuidad, que en todas las formas ha anunciado.
Los valientes de la Comisión Séptima no se arredraron y continuaron su misión, ignorando amenazas y hasta una toma del edificio de las oficinas de los congresistas, tal como Petro y su combo acostumbran, lo han hecho varias veces en diferentes sedes. Los congresistas siguen firmes en sus convencidas posiciones, cosa que seguro conducirá al hundimiento de los proyectos de ley laboral, y el de la salud. Intentarán, entonces, aprobarlos a punta de una mermelada cuyo tarro está abierto, está muy visible, y seguro su sabor no será bien acogido. Aunque nunca se sabe. Pero se cree que se hundirán, y Petro se aprovechará para contraatacar.
Es que, por rebuscada que sea la propuesta, no deja de mandar una señal de inseguridad petrista, no las tiene todas consigo y, pese a los cambios en el gabinete y otras movidas políticas, la presión que sufre, las burlas que no cesan, y otros tropiezos sugieren que el gobierno muy pronto se quitará el disfraz de democrático y, como todos los caminos torticeros se le están cerrando, apelará a las jugadas más frontales las que, más temprano que tarde, terminará asumiendo. Hay que prepararse entonces, porque antes de lo previsto, como dicen los hípicos, entraremos en tierra derecha.
15/03/2025 | Por: Roberto Zabaraín | rzabarainm@hotmail.com