El historiador Carlos Ochoa Martínez, en su libro La Grandeza Trágica de Bolívar, ha dicho:
La máxima expresión de la grandeza es la grandeza trágica de los incomprendidos, de los envilecidos, de los difamados, de los calumniados, de los traicionados…de los mártires sumidos al final en una inmensa y profunda tristeza.
Desde la nefanda noche septembrina nunca había acontecido nada comparable, y aun peor, porque detrás de la traición al Libertador no seguía la aterradora revolución que espera a Colombia con el rompimiento de todos los diques: La Iglesia, falseada por la teología de la liberación; el patronato, atento solo a lucrativos negocios inmediatos; las Fuerzas Armadas, emasculadas y acorraladas, mientras un poder judicial, servidor incondicional de la conjura revolucionaria, asume desvergonzadamente todos los poderes del estado, pisoteando la ley y ejerciendo la más altanera arbitrariedad, que reduce el país a la impotencia.
José Alvear Sanín, La Linterna Azul, 05/08/2020