En junio del año pasado escribí: ¿Qué esperan que hagan los colombianos que en vez de temerles a quienes incumplen la ley, le temen más a quienes desde las cortes complacen los deseos de los criminales en vez de defender a los ciudadanos y a las víctimas?” y tres meses había dicho: “Cuando los peores enemigos de un país son su jueces y congresistas, ya no hay país”. Pero al oír la semana anterior las declaraciones del nuevo presidente de la Jurisdicción Especial para las Farc, la nefasta JEP, creo que me quedé corto.
La JEP, el corazón del acuerdo de impunidad extorsiva entre un gobierno indecente y un cartel narcoterrorista, es un engendro parajudicial diseñado para ser intocable y sin control. Y eso es precisamente lo que expresa su presidente. Uno todavía se asusta cuando con una soberbia colosal, oye al magistrado decir que la JEP es “un tren de justicia que ya nadie puede parar” y es “inderogable”. Si eso no suena a dictadura judicial entonces es que nos estamos quedando sordos.
Al preguntársele si podía desaparecer la JEP, su presidente dice que no con un argumento tan ridículo como arrogante, porque ¿en qué quedarían “la buena fe internacional”? y la palabra del Estado colombiano ante la “comunidad internacional”, cosa que es solo una ficción teórica. ¿Qué raro que le angustie incumplirles a delincuentes y a la “buena fe” internacional, pero no que el gobierno Santos hubiera pasado por encima de la voluntad popular y la buena fe de los colombianos que desaprobaron el referendo, pero confiaron en la promesa del gobierno que si lo perdía, el acuerdo no se haría? ¿Será este un caso de “indignación selectiva”?
Dijo también que no se podía acabar la JEP porque “ésta es igual a la paz”. ¡Qué tal el chantaje! Igualito al gobierno Santos que nos amenazó que, si no se firmaba el acuerdo con las Farc, entonces vendría la guerra urbana y subirían los impuestos. Agregó que acabar la JEP no es posible “ni ética ni moralmente”. Ahora también hay una ética y moral selectivas. Qué de moralidad y ética hay en un acuerdo que les dice a los colombianos que ellos tienen parte de la culpa, que los delitos de los victimarios no son culpa de ellos, sino que son un “delito de sistema”, y entonces cuando la culpa es de todos, no es de nadie, y por eso los pobres victimarios no deben pagar penas convencionales. ¿Qué le decimos a la mamá del soldado secuestrado y asesinado? ¿Que a su hijo lo mató “el sistema”? ¿Qué les decimos a las niñas reclutadas en su infancia? ¿Que el que las violó desde los 10 años fue “el sistema” y por eso a sus captores y violadores se les castigará con el planeta por cárcel?
La JEP no solo se puede derogar, se debe derogar. No más chantaje.
Juan David Escobar Valencia,https://www.elcolombiano.com/opinion/columnistas/la-dictadura-de-la-jep-LH14020597,09/11/2020
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