Estos territorios enfrentan además un abandono institucional prolongado, lo que agudiza la sensación de vulnerabilidad.

La percepción de inseguridad se ha convertido en una de las principales preocupaciones de los colombinos. Aunque las cifras de criminalidad pueden variar, lo que permanece constante es el temor cotidiano que sienten millones de personas al salir de sus casas, especialmente en las ciudades más afectadas por el crimen urbano y en las zonas rurales por la delincuentes comunes o la delincuencia organizada. La inseguridad que perciben los colombianos.
Según datos recientes, la percepción de inseguridad alcanzó niveles alarmantes en varias capitales. Cali lideró con un 84,1 %, seguida por Bogotá (83,8 %), Cartagena (79,6 %), Bucaramanga (79,2 %) y Villavicencio (72,1 %). Estas cifras reflejan una creciente desconfianza hacia la capacidad del Estado para garantizar la seguridad.
La situación es aún más crítica en regiones históricamente golpeadas por la violencia estructural. En el Catatumbo y en el sur del país —particularmente en departamentos como Cauca, Nariño y Putumayo— el control territorial ejercido por grupos armados ilegales y economías ilícitas genera una percepción de inseguridad más allá del entorno urbano. Para muchos habitantes de estas zonas, la amenaza no es solo un robo en la calle, sino la posibilidad de desplazamiento forzado, extorsión o reclutamiento, en especial de jóvenes y muchas veces niños que salen de la pubertad.
La inseguridad que perciben los colombianos
Estos territorios enfrentan además un abandono institucional prolongado, lo que agudiza la sensación de vulnerabilidad. Las comunidades rurales, a menudo sin presencia constante de la fuerza pública ni acceso efectivo a la justicia, terminan dependiendo de dinámicas de control informal que agravan el miedo colectivo.
Por otro lado, la difusión de los medios de comunicación hablados y escritos y las redes sociales, incrementan la percepción de inseguridad constantente al divulgar con insistencia los hechos violentos. Aunque muchos de estos casos son reales, el eco que generan a nivel nacional contribuye a una sensación generalizada de que “nadie está a salvo”.
La percepción de inseguridad en Colombia es, por tanto, una combinación de datos concretos y realidades emocionales. Atender este problema requiere no solo mejorar indicadores, sino reconstruir la confianza en las instituciones y fortalecer el tejido social.
Hoy oímos con entusiasmo, la buena noticia, -las que siempre son muy pocas- de la reactivación de las fuerzas de despliegue rápido, las que en el pasado dieron excelentes resultados contra la criminalidad. Esperemos que nuestra percepciones cambien.
Miércoles 09 de julio de 2025 – 01:10 PM
Publicado por:Luis Ernesto Ruiz