Historiadores y científicos de varias ramas del saber no dejan de sorprenderse con el descubrimiento en la isla de Pascua, al sur del Océano Pacífico, de unas monumentales estatuas conocidas como “moai”, cuyo origen y significado ha despertado interés desde las postrimerías del siglo XVIII.
Al observarlas se aprecian unas descomunales representaciones humanas ancladas en la tierra mirando impasibles el horizonte. Si me permiten dar rienda suelta a la imaginación, son fácilmente comparables con los desgastados cabecillas de nuestros partidos políticos: Anclados en el pasado, imperturbables ante los acontecimientos que inciden en el presente y futuro del país, insensibles ante los llamados de una desesperada población.
Somos testigos de la ominosa crisis que sufre el país desde hace dos años, bajo el yugo de una camarilla cuyo propósito inquebrantable es someter a la población, destruir la economía, saquear el Estado e implantar por las próximas décadas un régimen totalitario, basado en la fracasada doctrina comunista y en la funesta estrategia dictada desde el Foro de Sao Paulo para América Latina.
¿Por qué quienes han sido los líderes políticos en el reciente pasado permanecen inmóviles, indiferentes ante la ominosa conquista de la Patria, con su pétreo corazón insensible ante el clamor popular como los aludidos “moais”?
¿Será que pesa más su afán de participar en un nuevo debate electoral para elegir a sus amigos, meter mano en las cuantiosas sumas que circulan en los comicios y, luego, participar en el banquete de los presupuestos y contratos al que son incapaces de renunciar?
No hay ninguna otra explicación para su indiferencia y su negativa a apoyar los recursos democráticos que el pueblo colombiano, o por lo menos la parte buena de éste, lucha por implementar para derrocar a la actual camarilla y reconstruir el país.
Saben ellos, como nosotros, que, según el art. 109 de la Constitución, Petro puede ser separado del cargo mediante el trámite que ya iniciamos en la Comisión de Acusaciones de la Cámara, por violación de los topes financieros de su campaña, cuya evidencia es de público conocimiento.
También conocen que la Constitución establece una función primordial para las Fuerzas Militares y de Policía, cuál es el mantenimiento del orden constitucional, permanentemente violentado en la presente administración, atribución que no requiere para su ejercicio de un mandato previo, pues corresponde a la esencia misma de la institución militar y de Policía. (Arts. 217 y 218 de la C. P.)
Es la Patria y su población la que se perjudica con la inacción de estos imperturbables “moais” que siguen atornillados a nuestra tierra sin prestar servicio alguno, salvo que éste les reporte abundantes ganancias y privilegios. Durante años se sirvieron de la democracia para mantener su preeminencia sobre sus coterráneos y preparar a sus secuaces para que los reemplacen en esta “cadena de la felicidad”. No es extraño que ya hayan empezado a lanzarse al ruedo para el 2026 cuando ni siquiera sabemos si el sátrapa permitirá que haya elecciones. Y llueven las propuestas de unidad entre los partidos para buscar el mejor ( o el menos malo) de los candidatos) para oponerlo al del tirano.
Presumen erróneamente que el pueblo colombiano caerá de nuevo en otro engaño como el que significó el robo del plebiscito por la dupla Santos-FARC, o la fraudulenta elección del presidente guerrillero, o la llamada “oposición constructiva” que consiste en “hacerse pasito” para que Petro termine su período, los cabecillas de siempre sigan detentando parte de su poder y sus fichas en el Congreso reciban el ansiado plato de lentejas por aprobar los proyectos del gobierno o avalarlos con su presencia en las votaciones para que se cumpla el quórum exigido. ¡Qué desfachatez!
Por ese camino terminaremos como la desgraciada población de la isla de Pascua, explotados por los invasores de sus tierras, esclavizados por malvados aventureros y olvidados por parte de quienes deberían ayudarlos.
Ya se siente cómo la inseguridad, el crimen, el narcotráfico y la corrupción campean a sus anchas bajo la tolerante mirada de nuestros “moais”, de los entes de control, de la administración de Justicia, de quienes dictan las leyes y de quienes deben hacer que se cumplan.
¿Qué más estamos esperando para demoler de una vez por todas el culto a esas inútiles esfinges pasadas de moda y empezamos a construir el futuro con nuestras propias manos, con el aporte de los buenos de este país que dicen ser la mayoría?
Tenemos servidas las fórmulas, sólo basta exigir su aplicación. Contamos con mayorías que rechazan la actual administración; sólo nos falta defenestrarla por cualquiera de las dos alternativas constitucionales que arriba hemos expuesto. Nuestros objetivos son dos, pero su consecución es absolutamente prioritaria: Separar a Petro de la Presidencia y reconstruir la Nación.
13/09/2024 | Por: Luis Alfonso García Carmona
https://lalinternaazul2.wordpress.com/2024/09/14/los-moai-de-colombia/