País de pusilánimes

 

Lo claro es que Petro no va a soltar el poder. Hasta ahora trabaja lentamente en su proceso de atornillarse. No tiene afán, y cuenta con varias opciones. Una es la Corte Constitucional, conformada por nueve miembros, de los cuales ahorita habrá que remplazar a cuatro, uno de ellos postulado por el propio presidente. Todos tienen sus propias tendencias, y muchas veces han actuado en contravía con el sentir de la gente. El temor es que, si Petro se le mide a decretar alguna excepción por cualquier motivo, por ejemplo, el orden público que él mismo altera, la nueva Corte se lo apruebe, o se demore en rechazarlo hasta cuando el rayo esté caído y no haya componte. También si logra que pase un proyecto de prolongación de los períodos, tanto de él como de congresistas y gobernantes. Se sabe de la facilidad de venta de algunos parlamentarios, y de la golosina que representaría para gobernadores, alcaldes, y otros funcionarios con período fijo.

La otra opción, menos factible, es imponerse a la brava, que ya sus amigos lo están logrando en muchos territorios donde gobiernan, dictan normas, decretan paros, confinan habitantes, y toda suerte de desmanes, sin que el gobierno pase de reunir los manidos “consejos de seguridad” que nunca nada resuelven nada. Y en las ciudades impera la extorsión y la inseguridad, mientras el presidente Petro se muestra preocupado porque se debe aumentar el esfuerzo y el presupuesto para “dedicarlo a una investigación espacial y a los proyectos de transferencia de vida hacia otros cuerpos estelares para transformarlos en bien común de la humanidad”. Queda, entonces la duda sobre si Petro expresa su idea de gobernar y perpetuarse en el poder en medio de una traba cósmica, se la fumó verde, o si se le está zafando toda la tornillería cerebral, o si descaradamente se burla del país, lo distrae en bobadas como cambiar el escudo nacional, mientras continúa inatajable en su tarea de destruir las instituciones, continuar en el poder con un borrón y cuenta nueva, para cambiar todo.

Lo que aquí ocurre sería inaceptable en cualquier país medianamente cuerdo; rodarían cabezas, el parlamento exigiría renuncias y destituciones, habría indignación generalizada. Aquí no. País de pusilánimes, los dirigentes parecen de brazos cruzados esperando el 2026, ilusión que todo indica vana: Si Petro convoca elecciones, es porque tiene el triunfo asegurado. No quieren verlo: Cada uno apertrechado en su ego en espera de un incierto debate se manifiestan sin mayores énfasis. Sólo la senadora Cabal, a quien en este país de pusilánimes tildan de demasiado aguerrida, y ahora la periodista Vicky Dávila y el empresario Abelardo De la Espriella se muestran tajantes contra Petro. Y, ¿la vocación de poder de los godos? Efraín Cepeda está sacando la cara, y aún tiene tiempo para proyectarse. Coletilla: Muy exitosa estuvo la visita de Fernando Ocáriz a Colombia, después de pasar por Chile, Perú y Ecuador, visita de conmemoración, pues San José María Escrivá de Balaguer hace cincuenta años hizo el mismo recorrido por estas tierras, divulgando su mensaje de santidad. Sólo la revista Semana lo destacó, pero los otros medios ignoraron la presencia del Prelado, claro, hoy por hoy lo que vende no es el amor al prójimo ni el estricto cumplimiento de los deberes terrenales, ni el apego a ninguna norma. Empero, la comunidad católica masivamente asistió a escucharlo y a confirmar su apego a los principios y a la doctrina del Opus Dei, que no es nada distinto a que podemos alcanzar la santidad sin rezar todo el día ni vestir ningún hábito, solamente buscando la excelencia personal en los diarios menesteres que nos corresponden, que el padre sea un buen padre, la familia cohesionada, el trabajador haga su labor lo más perfecta posible, y así en todo para que se extienda la perfección, y la comunidad pueda ser mejor. Bastante falta que le hace al país adherirse a los propósitos promulgados por el OPUS DEI.

 

https://lalinternaazul2.wordpress.com/2024/08/25/pais-de-pusilanimes/

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