No está en la agenda de Petro considerar una solución que conduzca a encontrar caminos viables para enfrentar el déficit presupuestal.

Hoy se inicia la votación en las Comisiones económicas del Congreso, del proyecto de ley del presupuesto nacional para la vigencia del 2025. Entra con un inmenso boquete que será difícil de financiar. El presidente del Senado, Efraín Cepeda, anticipó, a manera de ultimátum, que si el gobierno no saca siquiera 12 billones de pesos del desequilibrado proyecto presupuestal –suma equivalente a lo que daría la nueva reforma tributaria– las mayorías senatoriales lo hundirían.

Porque escarbando las partidas del presupuesto se puede afirmar que se quedó corto en sus cuentas el senador Cepeda. El recorte, según congresistas y expertos hacendistas, tendría que ser de cerca de 45 billones de pesos. Y no sería difícil lograrlo por cuantas muchas partidas de inversión aún están congeladas en algunos ministerios debido a la incapacidad de gestión de sus funcionarios.

De no hacer esas motiladas en el proyecto del presupuesto nacional, no se podría cumplir con la regla fiscal que limita el déficit al 5.3% del PIB. Entre esos 45 billones están los 10 billones de pesos de faltante causado por la rebajona que hizo Petro en el reajuste inicial del precio del diésel, presionado por el paro camionero que lo obligó a ‘patrasiarse’.

La fuerza de empresarios del transporte y conductores lo obligaron a apurar su propia y amarga medicina que estos le copiaron a su combo, inspirador del estallido social de hace tres años. De ahora en adelante, otros sectores que se sientan vulnerados por medidas estatales saben que propiciando y estimulando estallidos obtendrán desde la calle lo que no logran conquistar en los escritorios.

Está el gobierno notificado. ¿Cómo piensa llenar ese hueco el gobierno? ¿Con más impuestos descargados contra los mismos de siempre? El ministro de Hacienda ha jurado que las clases medias y populares no sufrirán esas descargas impositivas, quizá para ablandar la dura posición del presidente del Senado, que anunció su muerte súbita en esa corporación.

Petro, ante tal advertencia/amenaza, recogió el guante y anunció que no retirará el proyecto de reforma. No está en su agenda considerar una solución que conduzca a encontrar caminos viables para enfrentar ese déficit presupuestal como el de recortar el desbordado gasto público, ni reorientar la política de subsidios y funcionamiento del Estado, derroches tan propios de gobiernos populistas. ¿Otro inminente choque de trenes? Ahora, de añadidura, está nervioso. Y no es para menos.

El Consejo Nacional Electoral tiene ya pruebas suficientes para demostrar la violación de los topes en la financiación de su última campaña política. Su decisión pasaría a juicio y sentencia en la Comisión de Acusación de la Cámara. De ser condenado, perdería su cargo presidencial llevándose con la caída del andamiaje a la vicepresidenta.

Lo lamentaríamos por la señora Francia, a quien se le apagaría el helicóptero, se le silenciaría el bullarengue que comenzó a bailar con los duques trashumantes de la vieja y esclavista Casa Real británica y dejaría de vivir sabroso.

Por Alberto Velásquez Martínez – opinion@elcolombiano.com.co

https://www.elcolombiano.com/opinion/columnistas/alberto-velasquez-matinez-se-caera-el-andamiaje-IN25399706

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