Petro está buscando, a toda costa, la realización de una asamblea nacional constituyente. Cuando se revisa el propósito de este proyecto, en términos técnicamente jurídicos, no se le encuentra ninguna razón.
Si una constituyente se implementa para cambiar una constitución, sería absurdo que la Constitución vigente, realizada a través de la séptima papeleta, y con participación activa de exmiembros del grupo subversivo del M19, al cuál perteneció Petro, organización qué había recibido indultos y amnistías, por parte del Estado, al que habían combatido, por años con violencia y ferocidad. La benevolencia del Estado colombiano, convalidado por algunas figuras jurídicas, les permitió hacer parte, de los sectores de la sociedad colombiana, que nos diseñaron la Constitución de 1991, como integrantes de la asamblea.
Petro a pesar de sus promesas de campaña, muchas incumplidas, y entre las cuales se encontraba la de no convocar a ningún tipo de asambleas constituyentes, ni tampoco a perpetuarse en el poder después del 2026, le genera a la sociedad colombiana no solo una frustración sino mucha desconfianza.
El talante de Petro, así lo hace ver. Una persona que las manifestaciones y promesas públicas que hace hoy, mañana las niega o en el mejor de los casos, trata de buscarle cualquier tipo de vericueto idiomático o legal, para salir avante de la falsedad y mentira, no es digna de la confianza popular.
Por eso muchos colombianos nos preguntamos ¿cuál es el verdadero propósito de promover una constituyente? Según él, porque Colombia no se puede arrodillar, surge entonces la pregunta ¿arrodillar ante quién? Si lo que vemos los colombianos el día de hoy, es que Colombia está arrodillada, ante las amenazas, ante la corrupción, ante el cinismo, ante la delincuencia, esta última que se incrementa exponencialmente, llegando inclusive a convertir, con la anuencia del gobierno izquierdista, los actos al margen de la ley, como actos seudolegales y “socialmente” aceptables.
El autodenominado “progresismo”, ha venido con el tiempo desarrollando un extenso plan ideológico, para confundir a la población y especialmente a las nuevas generaciones. Este plan consiste en atribuirle a la ilegalidad, el tinte de legalidad, basado en el supuesto derecho a la igualdad y a la diversidad, independientemente que los miembros de esos sectores, afecten profundamente los principios de la sociedad colombiana, las leyes, principios y normas vigentes, que nos han regido como república durante más de 200 años.
Una de las principales molestias del actual gobierno, que seguramente ha motivado la propuesta de una asamblea nacional constituyente, por parte del gobierno izquierdista de Petro, son los obstáculos que ha tenido en las reformas presentadas ante el congreso, las cuales, a pesar de haber tenido algunos traspiés, otras de ellas han sido aprobadas en forma inconstitucional, utilizando tiempos, estrategias y siniestros acuerdos, qué dejan un sin sabor en la mayoría de los ciudadanos colombianos.
Los antecedentes de los gobiernos izquierdistas, con evidentes cercanías hacia las extremas, es arrasar con todo lo construido y levantar nuevas bases, acogidas a principios ideológicos, sin importar el derecho al bien común y mucho menos la voluntad popular y los intereses sociales, económicos y políticos.
A pesar, de algunas manifestaciones hechas por Petro, en el sentido que no se busca el cambio de la constitución, sino que dote al actual gobierno, de herramientas que le permita cumplir con sus promesas de gobierno y transformar la dinámica del estado, es un cheque en blanco, al absolutismo o al totalitarismo, especialmente con el ya reconocido talante, de este gobierno.
Muchos expertos se preguntan, si el gobierno no ha logrado las mayorías simples, dentro de su gestión de gobernanza, ¿por qué pretender una mayoría absoluta, en materia constituyente y en un tema tan sensible?
Petro no ha querido entender que, para hacer cumplir la actual constitución, sus normas y sus leyes, no necesita proponer una nueva asamblea nacional, las normas y los principios vigentes, son claros, lo importante es desarrollar herramientas que permita cumplir, el anhelo nacional que es la seguridad interna, y el desarrollo sostenible en lo social y en lo económico. Colombia no aguanta más corrupción, no aguanta más terrorismo, no aguanta más delincuencia y mucho menos más narcotráfico, las herramientas constitucionales están creadas y lo que necesita el gobierno es una sincera voluntad, de cambio, y demostrar su transparencia, eficacia y su eficiencia, en su gestión gubernamental. Esa es la verdadera constituyente que necesita el país.
Si el gobierno de Petro, desea escuchar a su pueblo, a ese que tanto menciona como poder popular, debía analizar también el resultado de las encuestas, a nivel nacional e internacional, donde según los resultados, que entregan las principales firmas encuestadoras, su popularidad ha bajado de manera tan evidente, que en este momento escasamente alcanza un 32% de aceptación.
De esos 11 millones de colombianos, que votaron por él, más de 8, no estaban convencidos de su propuesta, pues la coyuntura electoral generada por el candidato Rodolfo Hernández, contra su más fuerte oponente el candidato Federico Gutiérrez, le permitió incrementar considerablemente su caudal electoral. Los analistas políticos más estudiosos afirman que el techo electoral de Petro, nunca ha superado a los 3 millones de colombianos. El descontento hoy, es tan evidente, que muchos sectores que ayer lo apoyaron, hoy critican los errores crasos, cometidos por el gobierno, no solamente por la falta de planeamiento, prevención y proyección, sino por la falta de cumplimiento, seriedad, idoneidad, conocimiento técnico, preparación profesional y falta total de experiencia de la gran mayoría de los que integran el actual gobierno.
Para la constituyente se necesitaría una mayoría considerable, y ésta condición legalmente, en este momento no es posible, dentro de canales normales, entonces nos preguntamos, ¿La realización de una asamblea nacional constituyente, de qué puede depender? ¿De algún hecho extra legal, de alguna violación de normas constitucionales, o la compra de voluntades, tanto de políticos, como de congresistas, con los recursos de la Nación, que están destinados para cumplir metas de infraestructura de desarrollo, lucha contra la corrupción, seguridad nacional o sensibles temas sociales, como la pobreza, el desempleo, la discriminación, la adicción a las drogas, la desigualdad de clases, la niñez y la tercera edad, para lograr progresivamente la igualdad y la equidad, que permita cerrar las brechas sociales entre los colombianos?
Si en estos pilares, se soporta el llamado que hace Petro al pueblo, como voluntad popular, creo que legalmente ese soporte está cojo, pues el incumplimiento de sus promesas de gobierno, están más dirigidas hacia la falta de planeamiento y el mal manejo de los recursos destinados para temas sensibles, que una modificación a la actual constitución. La constituyente no va a corregir, por arte de magia, la improvisación gubernamental, el egocentrismo presidencial, la corrupción estatal, la inseguridad, la inoperancia del gobierno, el deseo de retaliación, ni la violencia.
Las herramientas constitucionales tanto en el tema jurídico, económico y social, parece que este gobierno no las ha utilizado adecuadamente, y con el fin de buscar otro tipo de propósitos, se está adelantando la campaña de la asamblea nacional constituyente, quién sabe para qué sorpresa darnos a los colombianos en los próximos años.
7/07/2024 | Por T.Coronel Gustavo Roa C. | Consultor en Sistemas de Gestión de Continuidad de los Negocios